Esta era la tercera vez que Lara Blanco, más conocida como Judeline, pisaba un escenario en Bilbao. Primero en el festival Bilbao BBK Live, luego en la Sala BBK (crónica aquí) y ahora en Santana 27. Esta vez se enfrentaba a la presentación de su disco debut “Bodhiria”. El inicio de su gira. Entre canción y canción comentaba: “Estoy muy agradecida, esta es la primera vez que lleno una sala así yo sola”.
Se respiraba una sensación de asombro y desconcierto entre el público (la mayoría nacidos a partir del 2000). Quizás esperaban un espectáculo más digerible con un cuerpo de baile al uso, visuales llamativos y una constante interacción con los fans. En cambio, este tour ofrece algo más disruptivo, un statement. A través de una escenografía minimalista, unas coreografías salvajes y un juego de luces magistral, Judeline presenta su visión sin concesiones. Aún así, también aprovecha para hablar con el público y mostrarse tan cercana como en sus redes sociales. Soltó algunas joyitas como “Kaixo, gabón, eskerrik asko, lo siento, es lo único que sé decir.” y aprovechó para dedicar unas palabras a Euskadi: “me encanta vuestra tierra y vuestra energía, es donde más acogida me siento siempre”.
El show arranca con “Bodhitale”, la intro del disco. Aparece una Lara solemne cantando de espaldas a contraluz, cuando acto seguido nos la encontramos interpretando la explosiva “Ángela”. La escena de Lara sentada sobre la espalda de su bailarín Héctor Fuertes, mientras este gatea por el escenario, es una imagen para el recuerdo. Si bien este tándem cantante-bailarín ya lo hemos visto con Sia y Maddie o sin ir más lejos, con Rozalén y Beatriz Romero, esta vez la interpretación de Hugo es visceral. Con sus miradas endemoniadas y movimientos descontrolados, consigue ensalzar las letras y enfatizar el mensaje. Una decisión acertadísima.
El resto del espectáculo también oscila entre momentos de máximo frenetismo y momentos más reflexivos, por ejemplo, en “Joropo”, donde la voz de Judeline se vuelve gigante y la urgencia de la canción se intensifica con los movimientos de Héctor. En cambio, “Luna Roja” marca un momento introspectivo en este viaje. Todo el escenario se inunda de una luz roja mientras Lara entona una letra sobre un amor tóxico con notas altísimas que retumban por toda la sala. También se agradece que un disco tan “metálico” tenga banda en directo. Sebastián “Bachano” y Xoan Dominguez. hacen un trabajo impecable en los arreglos y en la percusión, con patrones inesperados, momentos de trance y guiños al flamenco.
Lara se le veía emocionada y algo nerviosa (especialmente durante “Zarcillos De Plata”), y quizás esto afectó al ritmo general del show. Aunque estaba bien ensayado, faltaba algo de soltura y aplomo, pero es normal teniendo en cuenta que era la primera fecha de la gira. A pesar de estos nervios, su presencia escénica y su delivery vocal están más afilados que nunca. Judeline hace un uso ingenioso del autotune incorporando nuevas inflexiones que incluso mejoran las versiones de estudio. El setlist respeta casi todo el orden del disco aunque deja espacio para otros temas como su ya famosa versión del clásico de Shakira “La Tortura” o “Canijo”, el hit de funk carioca que puso a Judeline en el mapa y atrajo a gigantes como Pharrell o Caroline Polachek.
Este concierto es una lección sobre cómo adaptar un sonido meticuloso y microscópico del estudio al directo. No solo lo ha conseguido, sino que han expandido el universo “Bodhiria”, incluyendo nuevos matices sonoros, visuales, conceptuales e interpretativos. Está claro que Judeline ya es una figura imprescindible en la escena nacional y, viendo su compromiso y su entrega, es muy posible que atraviese otras fronteras.
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