La primera fecha de la gira española del triunvirato británico del hard rock y heavy por excelencia (con permiso de Iron Maiden) pasó y arrasó Barcelona este pasado jueves por la noche.
La subida y entrada al pabellón ya ponía en preaviso este sold out: chalecos tejanos, tachuelas, parches vintage y muchos litros de cerveza. Todo anunciaba una noche épica de metal en la que Uriah Heep, la banda más progresiva del cartel, fueron los encargados de dar inicio a toda una jornada repleta de emociones. Su guitarrista Mick Box continua siendo el capitán del equipo, llevando sus riffs a otro nivel, mientras el vocalista Bernie Shaw logra conectar con el público durante todo el concierto y hasta que suena su himno “Easy livin’” como despedida. Su show fue el más corto de la noche, pero eso no fue del todo malo, si tenemos en cuenta que, a continuación, sus compatriotas Saxon darían como es habitual otra gran concierto.
Hacerles fotos cantando a pleno pulmón los versos de “Motorcycle man” es algo maravilloso, pero cuando te giras y ves que el público hace lo mismo, y tan solo es el segundo tema de la noche, entiendes porque Saxon son los verdaderos currantes del metal. Ellos han estado siempre ahí, en los buenos y los malos tiempos, y es posible que nunca lleguen a estar entre los tres primeros, pero nunca, y repito, nunca defraudan a su público, sin duda uno de los más fielesdentro del heavy metal. Esa noche volvieron a caer todos sus clásicos “Heavy metal thunder”, “Crusader”, “Denim and leather”, “Wheels of steel” o “Princess of the night” mientras, como siempre, los chalecos parcheados caían sobre el escenario y todos los miembros de la banda se los iban poniendo mientras tocaban los temas, una tradición única y preciosa que muestra esos vínculos especiales y terrenales que tienen los fans con la banda. Maravilloso ver como al rato, volvían a manos de sus dueños con alguna firma del cantante Biff Byford o del bajista Nibbs Carter.
Tras un pequeño descanso le tocaría el turno a Judas Priest. Ellos eran la gran banda del cartel y Rob Halford ahora mismo es el alma mater de la banda en directo ya que, como siempre, el bajista Ian Hill se mantiene en segundo plano. Vinieron a presentar su último disco “Invincible Shield” para muchos lo mejor que han sacado desde “Painkiller”.
Su show empezó con “Panic attack” el tema que da inicio a su último trabajo y con toda la formación haciendo corrillo al batería Scott Travis, con Rob Halford en medio, a su izquierda Ian Hill y el guitarra Andy Sneaps y a la derecha el guitarra Richie Faulkner. Desde ese momento la banda avanza y nos damos cuenta que Halford está en muy buena forma, ya que temas como ese, requieren de todas las dotes del maestro. De hecho, durante el setlist cayeron tres temas de su nuevo disco: “Invincible shield”, “Crown of horns” y “Gates of hell” de los 19 que hubieron en total.
A partor de aquí, diría que los dos momentos de mayor impacto al inicio del show fueron la coreada “Breaking the law” y “Love bites”, donde pude ver las primeras cervezas volando debido a los encontronazos en la pista. Toda una pena que según que sujetos vayan completamente ebrios, molestando a todo el mundo. Debe ser que les sueltan de casa y se ponen el uniforme de impresentables para tocar las narices a los que de verdad disfrutamos de los conciertos. Pero bueno, cafres aparte, el show avanzaba y las emociones subían cada vez más. Richie Faulkner lleva casi todo el peso ,compartido con Halford, gracias a sus poderosos riffs y esas mil posturas imposibles que adopta, sin olvidar ese saludo al maestro Glen Tipton cuando sale su imagen por la pantalla, clavando su riff en “Victim of changes”.
Como bien afirmó Rob Halford sobre el escenario, ellos fueron parte de los que inventaron el “heavy metal” cuando editaron "Rocka Rolla" en 1974, aunque Black Sabbath había empezado a establecer las bases del género un poco antes. No resulta casualidad, por tanto, que usen “War pigs” como intro justo antes de empezar su show. Y fue precisamente antes de esa declaración, creo que en “Turbo lover”, cuando nos hizo levantar a todos el puño para pasar a esa gran versión en directo de “The green manalishi” de Fleetwood Mac que ya es marca de la casa. El concierto se acercaba al final pero faltaba el tema más coreado de la noche. A parecido en el año 1990. “Painkiller” sonó por todo lo alto con Rob dando todo lo que puede en ese tema, con esos agudos casi imposibles de hacer en directo. Un final maravilloso y épico que dio paso a un breve descanso, para salir de nuevo a hacer tres bises: “Eletric eye”, el clásico “Hell bent for leather” y la guinda final más popular “Living after midnight” para dejar bien claro en las pantallas que esta no resultará su última visita y que volveran de nuevo en el futuro.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.