Cuando hace unos días entrevistábamos a Juancho con motivo de su último disco, Cierre (Autoeditado, 2018) aseguraba que quería que sus directos fuesen un vaivén de emociones y sensaciones, que el público atraviese distintos estados de ánimo gracias a una progresión musical/emocional y que lo prioritario para él es lograr conectar con el público. Pues bien, una vez concluido el concierto de La Riviera podemos decir que lo ha conseguido.
El de Aranjuez es un valor en alza dentro de la música estatal -no sólo del rap, un camino que está dejando atrás para adentrarse en nuevos campos donde se siente igual o más cómodo- y conciertos como éste hacen que sea difícil aventurar donde está el límite. Su público conoce al dedillo cada una de sus letras, verso a verso, estribillo a estribillo, y eso convierte un concierto cotidiano en uno especial. Así ocurrió desde la canción con la que comenzó, Quiero marcharme, hasta la que clausuró el espectáculo con Química.
Entre medias, dos horas de música expuesta en varias versiones diferentes. Acompañado de su inseparable Dj Kaplan, el productor G. Fernández y una banda formada por los músicos Vic Mirallas (saxo), Alejandro Masafet (bajo), Ángel Paz (guitarra), Adrián Savedra (teclados) y Lucas Requeijo (batería) ofreció un concierto de una calidad musical envidiable, dividiéndolo además en varias fases, en tres capítulos que simbolizan las etapas musicales que ha atravesado a lo largo de su carrera. Así, comenzó con un guión más emocional, con canciones como Plataforma, Segunda venida, Llenito de besos o Rueda. Canciones que tocan la fibra a cualquiera y que el público recitó de principio a fin, reforzando esa conexión que Juancho tiene con sus seguidores, consiguiendo que dé la sensación de que son ellos mismos quienes escriben sus letras.
Fue el capítulo más largo del concierto, y en él sonaron otras canciones como Amor líquido (donde se atrevió a salir con una guitarra) y aparecieron las primeras colaboraciones de la noche, la de Tosko y la cantante Lÿ. Dos grandes voces para acompañar las melancólicas melodías de Marqués, que dieron paso a la "colaboración" más especial del concierto. Gata Cattana apareció en la memoria de todos para acaparar el protagonismo en El nexo entre tú y yo y recordar la amistad que los unía. Porque aunque la cordobesa ya no pueda estar presente, Juancho se encarga de mantener vivo su recuerdo homenajeándola con esta bonita canción.
Tras ello comenzó la segunda fase del concierto, esa que nos devuelve al presente a Suite Soprano, el grupo que vio nacer musicalmente a Juancho Marqués. Comenzó con un vídeo de la intro de Domenica y dio paso a la salida de Sule B al escenario. Juntos ofrecieron algunos de los mejores momentos del concierto, con canciones como Lunedi, Suave, Para siempre o Internacional, y nos hace preguntarnos hasta dónde hubiese llegado Suite Soprano si hubiesen continuado juntos. Porque Sule es de esos cantantes que tiene presencia en el escenario, y esperemos que vuelva pronto a la actividad. En La Riviera demostró que tiene mucho que ofrecer, siendo despedido con una emotiva ovación tras una gran interpretación de Por los siglos.
Juancho cerró su concierto con una última etapa en la que mostró al público algunas pinceladas del nuevo trabajo que ya está componiendo. Ofreció algunas canciones nuevas, como la que cantó junto a la impresionante voz de María José Llergo y la recién publicada Cuando no estoy yo. En ellas Vic Mirallas, talentoso saxofonista que tendrá un papel importante en su nuevo LP, gozó de gran protagonismo. Juancho alternó estos temas nuevos con otros clásicos de su repertorio como Paz interior y A tu lado de la cama, dando paso a una nueva tanda de colaboraciones donde se pudo disfrutar de la presencia de JDose y Ayax en el escenario, además del coro de gospel Tempus Fugit para ayudarle con su pegadizos estribillos.
Una gran puesta en escena y un directo muy trabajado que llegó a su punto y final con dos de sus canciones más populares, Nos vamos a comer el mundo y Química. Para cantarlas quiso estar acompañado de sus dos sobrinos en el escenario (una de ellas afectada por el Síndrome Prader Willi, una enfermedad rara), mostrando una vez más que la sensibilidad y la sencillez son dos de los valores más importantes de la marca Juancho Marqués. Y es que para Juancho el mensaje es seguramente lo más importante. Valga como ejemplo que en el principio del concierto pidió disculpas por si alguna letra de sus primeras canciones podían haber ofendido a alguien debido a su lenguaje sexista. Un gran gesto, porque nunca es tarde para arrepentirse de los pecados.
Para despedirse, el cantante invitó a todos los colaboradores del concierto al escenario y dejó un gran sabor de boca a los allí presentes gracias a un concierto que tuvo de todo, y en el que demostró que va en serio en esto de convertirse en una figura importante de la música. Su próximo paso será el disco que presentará a principios del próximo año. Un LP que, si sigue la línea mostrada en este concierto, puede convertirse en un hito importante dentro de la música urbana.
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