Joy Division on metal
ConciertosPeter Hook

Joy Division on metal

4 / 10
Daniel F. Marco — 07-10-2010
Sala — Rock Kitchen / Madrid
Fotografía — Juan Pérez Fajardo

A estas alturas, poco puede sorprendernos. En los últimos quince años hemos asistido a los más surrealistas comebacks, re-empaquetados de cuanta forma, por bizarra, haya (desde formaciones originales enteras, a remedos con un solo miembro fundador ordeñando la vaca, como es el caso). Y dados los antecedentes (sendas películas más o menos biográficas en 2002 y 2007; seguidas de la predecible fiebre Joy Division, y de la separación de New Order), no resulta chocante encontrarse al sinvergüenza de Peter Hook, en semejante tesitura. El tío, todo hay que decirlo, no engaña a nadie. Quien acudiese al concierto sabía que se iba a encontrar al bajista de Joy Division/New Order, interpretando versiones del primer elepé de su primera banda, acompañado de un grupo totalmente nuevo. Nada más (y nada menos). Para calentar el ambiente, empezó, con su preceptivo retraso, Homeboy, típico DJ indie-ecléctico, en esta ocasión marcadamente rock y retro, mezclando eurodisco de diferentes épocas, con EMF, Stone Roses, los Pistols, Primal Scream o Deep Purple. El pincha se marchó dejando un acorde en el escenario, paralizado en un loop eterno. Perfecta ocasión para que saliesen Pedro y los suyos. Pero el cabrón se hizo esperar media hora, y la banda tomó las tablas al son de "Transeuropean Express". En seguida atacaron varias canciones de JD ("No Love Lost", "The Leaders Of Men"…) y la sensación era como si JD no hubiesen existido y quienes estaban en el escenario fueran una resurrección desvergonzada y nirvanera de Warsaw. También es verdad que el cochambroso y sobresaturado sonido de la sala, contribuía a punkarrizar los temas. Comienzan a desgranar el “Unknown Pleasures” entero y en orden, y unas dudas se disipan dando paso a otras. Peter Hook, además de tocar el bajo de vez en cuando (se traía otro cuatro cuerdas), ponía voz a los temas, y al no cantar una mierda, pasaba del susurro monótono a desgañitar un bramido a medio camino entre un Danzig (etapa jevi) y el cantante de Exploited. Es de agradecer que la banda no se ciñese a ejecutar los temas milimétricamente, y, sí hubo instantes en los que, a pesar de los acoples, de los nuevos arreglos, del sonido, y de estar asistiendo a una reinterpretación heavy metal de un repertorio muy difícil de imaginar sonando de otra forma que en la que fue grabado; a pesar de todo eso, hubo momentos divertidos. Cómo no. Pero el cómputo global es que fue una escabechina sacacuartos. Eso sí, fuese para amortizar el precio de la entrada, fuese porque ese derroche de caña era lo que el respetable buscaba, la concurrencia vitoreó cada instante y no se veía a nadie descontento… Mejor estuvo la pinchada posterior, a cargo del propio Hook, metiéndose la noche ya en el día siguiente.

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