John Hiatt, pata negra

Hay artistas que son un valor seguro en sí mismo y tienes la certeza de antemano que tu cita nocturna va a ser todo un éxito. Músicos con la suficiente solera, clase y tablas para dar lecciones con tan sólo el primer rasguido de su guitarra. John Hiatt forma parte de ese grupo de elegidos, y ayer noche en la sala Bikini de Barcelona lo demostró con creces. Fue un concierto de esos que empieza con cierto titubeo, en una especie de fase de calentamiento basada en canciones de su último disco “The Open Road”. Pero sólo fue algo tibio al principio, porque ya en su segunda mitad y con una batería de clásicos compuesta por canciones como “Cry Love”, “Feels Like Rain”, “Slow Turning” o “Memphis in the Meantime” la cosa cobró la intensidad emocional de las grandes citas. A ello contribuyó que la peculiar voz de John Hiatt ganó en solidez y que la banda que lo acompaña y en especial el guitarra solista, Doug Lancio, fue el contrapunto perfecto para desarrollar canciones que son historia del rock americano. No importa que John Hiatt no haya conseguido el reconocimiento masivo que otros como John Mellencamp, Jackson Browne o su amigo Ry Cooder si han logrado. Lo que importa es que en conciertos como el de anoche uno sabe que se encuentra ante un pequeño gran artista, que sabe jugar sus cartas, aunque para ello tenga que recurrir a las canciones de su mejor periodo artístico situado veintitrés años atrás. Poco importa si con ello su público rejuvenece también un par de décadas y se va a casa con una sonrisa de oreja a oreja.