Aunque a él la etiqueta no le agrada en absoluto, Joe Henry es un músico de culto en el sentido más amplio de la palabra. Su faceta como productor es harina de otro costal, otro asunto bien distinto. Él es todavía un secreto guardado a buen recaudo, un músico que aún no ha llegado a explotar como debiera a niveles de popularidad, mientras otros con mucho menos talento y facultades si lo hacen. Si bien, en según que ámbitos, como la prensa o el ambiente de los músicos en el que se mueve, es respetado como el que más. Y tras la sonora y aplaudida actuación en esa misma sala dos años antes, Joe Henry volvía a la escena del crimen para confirmar que es un artista como la copa de un pino. Elegante, distendido, profesional, con esa sutileza inusual a día de hoy para ponerle el broche a las canciones que toca, al principio del concierto planeó sobre la sala el espíritu de Nueva Orleans, con la presencia de un saxo -lo tocaba su hijo, que todavía está verde para esa tarea aunque el chico toque como los ángeles- que le daba un punto de calidez a unos temas que se sucedían sin remisión. Y justo cuando aquello podría palidecer, Joe Henry se sentó al piano cambiando el registro y el tono, dándonos a los presentes una clase magistral de música americana de alto rango. Mención aparte merece la sección rítmica, esa que por desgracia, no acompaña ahora a un Tom Waits necesitado de músicos de ese calibre, con un batería en primera línea, original, diferente, una bestia parda que provoca que claves la vista en él, eclipsando por momentos al resto del personal. Del reciente “Blood from Stars” cayeron entre otras, piezas como “Bellwether” o la exquisita “The man I Keep hid”, y el colofón antes del bis la puso “Stop”, un corte del soberbio “Scars” que corta hasta la respiración. Un lujo.
lo vi hace un par de años o tres sin conocerlo de nada, y disfruté como un enano. Es BUENÍSIMO!!!!