Crónica del concierto de Joanna Newsom
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Crónica del concierto de Joanna Newsom

9 / 10
Enrique Ramos — 04-05-2007
Empresa — Gamerco
Fotografía — Dani Cantó

Los conciertos especiales suelen serlo desde mucho antes de que tengan lugar. El subconsciente de cierto colectivo de gente va haciéndose a la idea de que verán algo grande, algo único. Y ante eso, hay por lo menos un par de peligros de los grandes: que una entrega excesiva acabe quitándonos a todos el criterio, o que a poco que no cumpla las (grandes) expectativas, la decepción sea de órdago. Pero los conciertos realmente especiales no acaban de una manera ni de la otra. Hay nervios, hay soplidos, hay entrega, pero sobretodo hay un artista en el escenario que no sólo no se deja amortajar por tanta adulación, sino que da un recital más allá incluso de lo que esperábamos. En el caso de Joanna Newsom, la cosa tenia más peligro todavía. ¿Cómo iba a reproducir la magia de “Ys” sin toda esa orquestra? Pues muy fácil. Con un percusionista espartano y juguetón, un violín y una especie de mandolina pequeña que se arremolinaban alrededor del arpa y la voz de Joanna Newsom. Por si no quedaba claro, la magia era ella. Sola y acompañada, cada quiebro de cada canción de “Ys” (con cotas de emoción como “Emily” o una “Cosmia” inenarrable), cada gallo ahogado, cada favorita de “The Milk Eyed Mender” (empezó con una impresionante “Bridges And Balloons”, pero también cayeron “Sprout And The Bean”, “Peach, Plum, Pear”,...) cantada con una nueva voz, más expresiva si cabe que en el disco, más dulce, más de, como dice Sisa, morir de un puro ataque de belleza.

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