Teniendo en cuenta que Jimmy Eat World ocuparon la portada de nuestra publicación el pasado mes, que su gira europea junto a Blink 182, Alkaline Trio y Sum 41 había sido cancelada y que sus actuaciones en el viejo continente iban a quedarse en dos conciertos en el Reino Unido, no quedaba más remedio –si uno no quería perder la oportunidad- que acudir a su cita londinense. Las entradas estaban agotadas desde semanas atrás, algo comprensible atendiendo a la popularidad de los firmantes de “Bleed American” en Inglaterra y a las dimensiones de la sala (seiscientas personas). En todo caso, las condiciones iban a ser más favorables que las de su fugaz paso por nuestro país hace un par de años (y estamos hablando de popularidad). Obviamente, los de Jim Adkins han ganado en fuerza, en templanza sobre un escenario, en la forma en la que dirigen el conjunto de la actuación, combinando los medios tiempos con sus últimos hits de estribillos arrolladores, algo a lo que quizás no atendieron esos fans que brincaban sin cesar como si Pennywise estuviesen dándole al piñón fijo o Blink 182 estuviesen en plan jocoso. Y, en su actual encarnación, Jimmy Eat World únicamente pueden ser medidos con el mismo rasero que Foo Fighters, The Get Up Kids, Weezer, Goo Goo Dolls o The Promise Ring. Eso sí, en su set list no queda lugar para nada de los tiempos de “Static Prevails”, de ahí que abriesen con “Goodbye Sky Harbor” de “Clarity”, cerrasen con “Sweetness” de “Bleed American” y por el camino dejaran caer “A Praise Chorus”, “Get It Faster”, “If You Don´t Don´t”, “Lucky Denver Mint”, “Just Watch The Fireworks”, “The Most Beautiful Things” o la obligada “Salt Sweat Sugar” –presentada, y les honra, como “Bleed American”-. Aunque tamaña lista de éxitos de discreta repercusión tampoco alcanzaría buen puerto de no ser porque las melodías de Jim Adkins mantienen el tipo perfectamente en directo, porque Linton y Burch le respaldan con eficacia y Zach Lind cumple como debe. Cierto, eso no les convierte en una gran banda de directo, pero sí en un grupo eficaz y disfrutable. En un grupo para el público, no para los críticos. A ellos les basta, y a nosotros también. Abrieron unos jóvenes Halo, británicos ellos y sin ningún punto en común con los Halo que editan en Relapse. Situados en algún lugar entre Placebo o Smashing Pumpkins, el cuarteto presentó temas como “Still Here” o “Echoes” cuya mayor virtud resultó ser la combinación de voces y su mayor defecto la falta total de sangre en las venas. De todas maneras, a los primeros podremos verles de nuevo en nuestros escenarios a principios de año.
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