Hay algo en la manera en la que canta. Algo que en su día impresionó a Harrison y McCartney en una audición en Apple Records y que le ha hecho vender millones de discos. La voz de James Taylor te abriga, sea invierno, primavera, verano u otoño. Y su calor se hace todavía más evidente cuando viene acompañado de una banda del calibre como la que le rodeó en su show del Palacio Euskalduna. El cantautor americano volvía a Bilbao después de su visita en 2012, y no solo arropó al público, también lo levantó del asiento con un concierto luminoso en el que cupieron muchos de sus esperados hits.
Arrancó algo dubitativo con ese “Something in the way she moves” que tanto gustó a los de Liverpool, para enseguida mostrar toda la caballería de la All Star Band en la carretera liberadora de “Country Road”, escoltado por la batería magistral de Steve Gadd, que ya se hacía notar. “Don’t stop walking, James!” le gritaban antes de que atacase la invernal “Walking Man”. El show se animaba y la banda se divertía con el softrock de “(I´ve Got To) Stop Thinking About That”.
Los magistrales arpegios, marca de la casa, volvieron a traer el sosiego en la ovacionada “Sweet Baby James”, en la historia de mujer de clase obrera de “Millworker” o en la preciosa “Long Ago and Far Away”, con armonías pregrabadas de Joni Mitchell. Taylor, algo tímido, resaltaba la calma del lugar, ideal para su música y para la guitarra de Michael Landau, afilada cuando correspondía y de la que emanaban finos slides.
Después del descanso de veinte minutos, se hicieron esperar los anhelados clasicazos. Abrieron boca “Teach Me Tonight”, “Bittersweet” y “Don´t Let Me Be Lonely Tonight”, hasta que llegó la joya de la corona: la esperanzadora oscuridad de “Fire and Rain”. El viaje continuaba con el público ya entregado aún con bazas por sacar. Primero, la nostalgia y la emoción contenida de “Carolina In My Mind”. Después, una aventura en “México” en la que el respetable se sacudía la arena con una sonrisa.
Los sorbos cortos de “Shower The People” y “Your Smiling Face” mantuvieron el ritmo antes de la generacional “You’ve Got a Friend” de Carole King, uno de los mejores cantos a la amistad en la historia de la música. “How Sweet It Is (To Be Loved by You)” fue un magnífico fin de fiesta que puso al gentío en pie antes del cierre íntimo de “Song for You Far Away”. Comenzaba el otoño en Bilbao; la tímida calidez de James Taylor fue el mejor abrigo posible.
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