Una fiesta de DJ en un marco incomparable. Dicho así suena directo, tópico y escaso. El Jameos Music Festival es más que eso, es la mejor fiesta posible con los mejores DJ posibles en el mejor espacio posible. Sí, esa sensación de que estás en un sitio y todo se alínea y rozas el paraíso.
Les cuento. Jameo es una palabra guanche para designar el espacio geológico producido por el hundimiento del techo de un tubo volcánico. Los Jameos del Agua en Lanzarote es un lugar que se inventó el artista César Manrique, habilitando una maravilla natural para el disfrute humano en esa visión tan manriqueña de que la intervención se note pero no tanto.
El sitio es impresionante y hay que tirar del tópico de que las palabras no alcanzan a describirlo con acierto. Un tubo volcánico descendente que culmina en un espacio para la pista de baile, donde el set de DJ se ubica con un lago al fondo. El asistente no sabe dónde mirar y las fotos de mil likes salen solas.
Desde hace tres años, este espacio acoge el Jameos Music Festival: varias fechas desplegadas por el verano en una oferta donde se busca a DJ de mensaje alegre y hedonista. El mítico John Morales es padrino y residente, y esa opción marca la tónica.
La edición de este 2018 se abrió el pasado 27 de julio con tres nombres. Primero el local Hugo Ciprés en la tónica de la noche: house gozoso de mucho carácter vocal con ligeras incursiones en propuestas más duras, algo elevadas para lo temprano y tranquilo del primer tramo de la noche, en buena conexión y como buena propuesta de calentamiento. La idea es siempre traer grandes figuras foráneas y a la vez darle oportunidades al talento local. Hugo aprovechó bien su oportunidad.
Ahí le dejó la pista encendida a Nickodemus, el duendecillo de la mezcla que se marcó el mejor momento del estreno. El neoyorquino es DJ de amplio espectro aunque nunca se despega de su amor por el disco. Precisamente en esa órbita arrancó su sesión, para luego dejar grandes instantes en el último tercio cuando tiró por momentos más cálidos de onda latina y africana, tipo ‘Ya te toca’ de Chico Mann o ‘Belebo’ de José Marquez.
Al Jameos y a su público le hace falta poco para concretar la conexión. El público, adulto y bailongo, sabe a lo que va y la noche se desliza entre conversaciones y coreografías improvisadas con gentes de muchos lugares, lo que evidencia que la propuesta consigue ya adeptos fuera, de Lanzarote y de Canarias.
El gran Joey Negro lo tenía servido y así remató la faena: con eficacia y elegancia, sin matarnos del todo pero casi casi. Tuvo sus concesiones para todos los públicos (esa mezcla entre el ‘I Feel Love’ y el ‘Strings of Life’, propia de festival british) y se mantuvo fiel a su estilo y a lo que se espera del Jameos: música de baile sin estridencias que te haga ser consciente de lo bonita que puede ser la vida.
Quedan tres fechas más (10 de agosto con Spinna de cabeza de cartel, 24 de agosto con Annaé Vega y Paris Cesvette, y 21 de setiembre con John Morales y Karizma), casi todas a punto del ‘sold out’. Se me ocurren pocas propuestas más interesantes para darse unos días en Lanzarote, una magia de isla, y conocer una fiesta que puede ser de lo mejor que exista en todo el mundo.
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