Fuera el don de la oportunidad o una -ligerísima, que conste- falta de puntualidad, el riff de “Weird Summer” me saludaba dando comienzo a la última parada del Jägermusic Tour cinco segundos después de entrar por la puerta. Un tema con el que The Zephyr Bones abren un oasis buenrollero que se mantiene a lo largo de todo el concierto, en la onda de la factoría Captured Tracks del último lustro, y que encuentra su mejor cara precisamente en los momentos en que dejan los tics del género atrás. Para entendernos, suenan de maravilla y se mueven bien en ese punto de encuentro del surf lo-fi y el pop psicodélico con ciertos aires al post-punk más amable, pero a veces abren una ventana a una psicodelia más atmosférica y menos pop que apunta mucho más alto. Y, en un momento en el que los Beach Fossils, The Drums, Wild Nothing y similares andan un poco perdidos, da la sensación de que The Zephyr Bones tienen potencial de sobra para ir más allá de ese gueto. No me entiendan mal: hoy por hoy tienen un buen directo, un buen sonido y temas resultones, pero probablemente si añadieran un poco de mala baba a esas tres cosas darían un salto importante y ganarían una personalidad que, en ocasiones, ya asoma (y promete).
Tras ellos entraron como un elefante en una cacharrería Disco Las Palmeras! (foto superior). Pido perdón por recurrir a tan manida frase hecha, pero explica bastante bien lo que supuso pasar de ese pop amable de aroma californiano a la descarga de volumen de los gallegos, y siempre es mejor que colar un cita intelectual. Con un shoegaze que ha ido ganando aun más abrasión y ruidismo con los años, atacaron desde el primer minuto sin piedad (puede que a causa de ello los primeros temas quedaran un poco lastrados por el sonido) y sin dar respiro en ningún momento. A Disco Las Palmeras! mala hostia no les falta, eso está claro, y en su tercer LP -”Asfixia” (Sonido Muchacho/Gramaciones Grabofónicas, 15)- han abrazado nuevas influencias y refinado el pop que ocultaban tras ese muro de sonido. Lo que aún se echa en falta es algún tema más memorable que les ayude a marcar la diferencia definitivamente, y quizás jugar algo más con la dinámica del setlist.
Para poner el colofón final llegaron The Suicide of Western Culture (en la foto), y lo hicieron con un visual en su primer tema, basado en el infame episodio del “Viva la muerte/Muera la inteligencia” de Millán-Astray, que con los ecos de la tragedia parisina estremecía más que nunca. Una muestra de saber hacer y un discurso elegante y necesario que atraviesa todo lo que hace el dúo barcelonés, y que saben corresponder con un directo impecable en todos los sentidos. Ahí no falta nada: hay ruido y agresividad, pero también emotividad post-rockera, melodías tan sencillas como memorables y desarrollos épicos. Los temas de “Hope Only Brings Pain” (Irregular, 13) se entrelazan con los de su nuevo disco con toda la naturalidad del mundo, y, ciertamente, está claro que no es ninguna casualidad que dejaran de ser eterno secreto a voces para convertirse en una propuesta de primera línea en la electrónica estatal de los últimos años. Y ojo, porque lo que tienen entre manos apunta aun más alto que eso.
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