La última vez que Jacco Gardner vino a San Sebastián se subió a la montaña suiza -el país neutral le venía de perlas a la censura franquista para evitar así la peligrosa referencia soviética- y quedó prendado del encanto del viejo parque de atracciones de Igeldo, privilegiada atalaya de la bahía de la Concha. Fue, con permiso del doble show de Kokoshca, el acontecimiento underground del Kutxa Kutur festibala.
De esta delicatessen hace ya nueve meses, pero desde que este menudo chico holandés debutó en España en el Purple Weekend de 2012 sus prestaciones musicales no han hecho más que crecer. A aquel notable LP de debut, “Cabinet of Curiosites”, le sigue ahora el no menos adictivo “Hypnophobia”, otro nuevo tratado de pop psicodélico. Y si además tiene el día encima de un escenario, Jacco Gardner -que parece salido de 1967 y bebe directamente de grupos como los Zombies, Van Dyke Parks o Left Banke- puede llegar a ser un músico deslumbrante.
La aseada acústica de Intxaurrondo ayudó lo suyo, empujando hasta el cielo las estupendas armonías vocales a lo Beach Boys del grupo y agigantó los pasajes instrumentales, especialmente en la que da título al álbum y un final arrebatador que explotó con, incluso, algún toque doom. Es innegable el poder magnético de este tímido chico, sin apenas hits en su cuenta -“Clear The Air” lo despachó enseguida y es lo más parecido que tiene a una canción pegadiza- y que tiene en sus filas a un habilidoso bajista y un guitarra al que se le rompieron las cuerdas y se rehizo sin rechistar.
Lo único que echamos de menos fueron unas visuales más potentes, que pasaron desapercibidas debido a que había demasiada luz sobre el fondo del escenario. En este sentido se lo montaron mejor los teloneros Wand, ojito derecho de Ty Segall, que acompañaron sus geométricas imágenes de furioso psych y space rock con tramos de falsa calma chicha. Nadaron entre estas dos aguas de la psicodelia a un volumen atronador antes de dar paso al radiante pop de un joven holandés que no tiene, más bien todo lo contrario, nada de errante.
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