La larga cola -o mejor dicho, larguísima- que había para entrar en la sala mucho antes de que se abrieran las puertas ya hacía presagiar que íbamos a vivir una gran fiesta de la mano de Itaca Band. La predisposición de un público muy joven, muy fan y de mayoría femenina, era grande.
No fue necesario esperar demasiado para que se confirmaran nuestras expectativas. Era la primera de las dos noches que esta joven, pero experimentada, banda de Montcada i Reixac iba a protagonizar en la sala Apolo con todas las entradas vendidas. Pero si lo contextualizamos veremos que hace pocas semanas los valencianos Zoo agotaban también entradas del mismo recinto, y días más tarde se repetía el caso con La Sra. Tomasa. Por no hablar de los dos días seguidos de Txarango en el Poble Espanyol o la próxima gira de La Pegatina por Australia. ¿Quién dijo que la escena (y evito nombrar expresamente cualquier etiqueta) de este tipo de bandas estaba de bajada? Nada de eso. Cada una de ellas es conocida por su nombre, sus canciones y su propia personalidad, sin etiquetas. Si no pregunten a ese público que abarrotaba la sala, cantando y bailando cada una de las canciones de “Explosiva” (Halley Records, 17), el reciente disco de Ítaca Band. Y eso que por ahora solo está en plataformas digitales. Daba igual, el karaoke era completo y Albert podría haber dejado de cantar con su particular voz en cualquier momento y en cualquier canción, y no se hubiera notado. A lo largo de la hora y media exacta que estuvieron encima del escenario, repasaron completo este brillante nuevo disco y casi todo el anterior, “Temerarios”, dejando incluso tiempo a que se colase el tema homónimo de su álbum “Rema”. Eso evidencia el momento a partir del que la banda empezó a crecer.
Está claro que la música sigue siendo su pasión, pero también es un trabajo y eso quiere decir profesionalidad. Son ya diez años, muchas experiencias juntos y se nota. Los siete se lo pasan en grande en el escenario, pero saben compartir protagonismos para dotar de mayor agilidad a su puesta en escena, dejarle espacio a los vientos cuando es necesario o emocionar al público cuando la platea no deja de bailar y arremolinarse frente a ellos.
Distribuyen su setlist en pequeños grupos de canciones que empalman entre ellas, empezando por esa intro de “Rompe tus promesas” y acabando con himnos como “Torna’m”. También fue sobresaliente ese canto reivindicativo con bases de reggaetón que es “Los de abajo”. O “L’endemà” con ecos de guitarras a lo The Edge. Tienen el orden bien estudiado, con un intermedio para relajar con “Las leyes” (que en el disco cantan junto a David Ruiz de La M.O.D.A.), pero para elevarlo a continuación con “Un nou element” más fiero que en disco. En total sonaron más de una veintena de temas con momentos álgidos como la vigorosa “Temerario”, en la que jugaron con el público, o ese crescendo final inapelable con “Ahora y aquí” –coreado de forma masiva-, la festiva “A vivirlo” y “La vida explosiva”, con sus vientos finales de aires balcánicos. En resumen, un espectáculo imparable en el que lo dieron todo y que dejó tan agotado al público que ni siquiera les hizo falta un bis para rendir a la gente a sus pies.
Abrieron la noche Skakeitan, un joven grupo de Donostia, que dejó claro que o que ocurre ahora mismo no es exclusivo de Catalunya. Quizás el sonido no les hizo gran favor, pero su energía y contundencia quedó palpable en su rabiosa mezcla de ska, rock, punk y reggae. Acabaron con un original medley en el que mezclaron entre otros a Manu Chao con Muse, El Columpio Asesino, Johnny Cash o The Cure.
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