El viernes por la noche Viva Suecia cerraron su actuación lanzando cientos de confetis al cielo. Sería un premio justo y merecido que algunos trocitos de papel hubieran caído sobre las cabezas de los organizadores del festival. Se hubiera hecho justicia poética. Tras varias ediciones arrinconado en el Palacio de Congresos de Ficoba, Irun Rock acertó en abrirse en canal, regresar a sus orígenes -devolviendo la música a la calle- y desplegar una variada programación gratuita de rock, garaje, pop y hasta música soul apta para todos los públicos. Sobre el papel, era la edición más ecléctica y completa de su historia.
El sábado por la mañana la lluvia provocó la suspensión del primer concierto del día, el de los donostiarras Ghost Number & His Tipsy Gipsies. La jornada era fresca y plomiza. Irun parecía una ciudad fantasma que sufría una extraña hibernación de la que poco a poco fue saliendo. A las cinco y media de la tarde Iker Lauroba tiró de épica y pop-rock ante una audiencia extremadamente tímida que no se movió un palmo de su perímetro. El momento de mayor comunión se produjo en el concierto de The Excitements (foto encabezado): la plaza San Juan se entregó a ese torbellino de energía llamado Koko-Jean Davis, imparable de principio a fin. Los barceloneses cumplen holgadamente con los mandamientos del revival soul y, sobre todo, tienen en sus filas a una cantante que reparte amor y buen rollo, incluso cuando se pone en modo imperativo. Now wait a minute, now don´t you move.
Mucho era otro de los platos fuertes. Vestido de emperador romano y con peinado a lo Joaquín Reyes, Martí Perarnau es una rara avis. Le canta a leones de tres cabezas y la banda -cada vez más experimental y compleja, también más interesante- se emplea a fondo con los sintetizadores y las guitarras. No es un grupo que entre a la primera, pero su esfuerzo por ir más allá de la típica fórmula indie que triunfa en festivales resulta encomiable. Por muchos Mucho en el indie estatal.
Ángel Stanich (foto superior), por su parte, ha ido creciendo en paralelo al festival irunés. Como él mismo se encargó de recordar, empezó en el escenario pequeño hace cuatro años y ahora ha dado el salto al grande que, por cierto, sonó a pedir de boca todo el fin de semana. Las crónicas suelen centrarse en el extraño magnetismo del cantautor cántabro, pero canciones como la reciente “Mátame camión” descubren a una banda estupenda que arropa a su líder y lo engrandece.
Como en todos los festivales, pequeños y grandes, los mejores momentos suelen llegar de los bolos más inesperados. Los Wallas (foto superior) venían de gaupasa de tocar en otro festival en Lugo y pasadas las dos de la tarde dieron un impecable show de rock and roll. Gamberros, divertidos pero muy competentes, su contundente versión en spanglish del “Pushin´ too hard” de los Seeds deberían subirlo a Youtube para que se lo aprendan los advenedizos del garaje. También a la hora del vermut, llamó la atención la soltura de Yawners, un joven dúo a medio camino entre el punk y el lo-fi noventero. Éramos poquitos y las nubes nos miraban amenazantes, pero mereció la pena contagiarse de su urgente frescura.
¿Abstract Artimus mola más como one-man-band o en formato trío? Depende. En ambos casos se defiende igual de bien, suena igual de burro, desbocado y abrasivo. Y ahora cuenta con todo un himno anti-Trump llamado “Doomsday in the USA”. Por último, uno no se cansa de ver en acción a Txema, líder de los Lie Detectors (foto inferior). Un frontman único. Puro espectáculo. El grupo guipuzcoano tiene un porrón de himnos hechos a medida de un cantante que viste de blanco, se mezcla con el público y se reboza por el suelo. Sus canciones rezuman pasión, autenticidad y diversión. Y atención a un nuevo hit que homenajea el “Así sí”… de las Grecas. Punk-rock, garaje y yeyé.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.