Oscura seducción

Además de meterse de lleno en impulsar la escena musical de nuestro país, SON Estrella Galicia llevan algo más de un año ofreciendo sus “Experiencias”. Se trata de un conjunto de actividades paralelas versadas en torno a algún concierto concreto, con el que completar ese evento de por sí satisfactorio que es la música en directo. La cervecera activó la opción con motivo de la histórica visita de Interpol a Santiago de Compostela, agotando rápidamente todas las plazas. La velada comenzó en torno a las siete de la tarde en la espectacular Sala Riquela, con cata de los diferentes tipos de cervezas de la marca, un sabroso menú maridado (y platos tan apetecibles como croqueta de manzana o bao de pollo), y hasta la posibilidad de tirar tu propia caña en una clase rápida acerca de la materia. Todo mientras un pintoresco DJ ejercía pinchando vinilos de Tom Waits, Timber Timbre, Joy Division o Gil Scott-Heron en una ecléctica sesión. La visita al local también incluía un secret show, finalmente protagonizado por Valdivia. El trío madrileño capitaneado por la cantante y guitarrista Irene López firmó un concierto de pop delicado y honesto, que dejó entrever trazos de importante personalidad de cara al futuro.

Tras la actuación de Valdivia y un último brindis, tocaba salir hacia la cercana Sala Capitol con la firme intención de degustar el motivo principal del sarao. Interpol se han enfrascado en la que es gira peninsular más extensa de toda su carrera, habilitando así la opción de disfrutarles en emplazamientos con aforos sensiblemente más reducidos, sitos en ciudades en las que no es tan habitual que hagan parada las grandes giras. La segunda de esas fechas en la que los neoyorquinos están defendiendo en directo las canciones del séptimo larga duración de su carrera, “The Other Side Of Make-Believe” (Matador, 22), se fijaba en Santiago con el papel vendido desde hace tiempo. Algo esperable, dado que el trío compuesto por Paul Banks, Daniel Kessler y Sam Fogarino ha sido siempre bien recibido en los escenarios españoles, tanto de salas como dentro del ámbito festivalero. Precisamente atendiendo a las conocidas especificidades del combo no procede esperar, a estas alturas, un concierto de Interpol diseñado en vertical ni dominado por maneras explícitas y expeditivas, de esas orientadas al asedio instantáneo de la audiencia.

La banda volvió a probar, a su paso por la localidad gallega, que el suyo es otro tipo de asalto, acomodado en su propia sobriedad y expandiendo sus armas de manera progresiva, casi imperceptible, al amparo del sombrío escenario preparado para la ocasión. La suya es la victoria de la discreción y la paciencia, que confía la consecución del logro al valor intrínseco de las mismas canciones. Es ahí donde radica su extraño poder, focalizado en torno a un repertorio que el quinteto desarrolla a conciencia y que, al contacto con las tablas, deriva en la tan esperada magia. Poco importa que el grupo pareciese navegar en automático durante parte del concierto; o que niveles adicionales de volumen, potencia e incluso intensidad hubiesen sido, por momentos, bienvenidos. Porque la intachable interpretación del grupo favorece una tendencia inmersiva, mientras suenan piezas de calado que tienden lazos invisibles con la audiencia como “Toni”, “Evil”, “Obstacle 1”, “Narc”, “C’mere” o “Rent My Chemistry”. Un efecto gradual y finalmente determinante, acuciado por Banks, quien, a pesar de no tener su mejor día, continúa siendo capaz de cuestionar sexualidades con el encanto inherente e inconfundible de su voz. El por entonces ya consensuado triunfo propició, ahora sí, ese arreón enérgico que condujo el último tramo en base a elegidas del tipo de “If You Really Love Nothing”, “Lights”, “The New” o una “Slow Hands” que sirvió como cierre del grueso del concierto, antes de unos bises conformados por “Public Pervert”, “No I In Threesome” y “Not Even Jail”.

Interpol fueron uno de los principales referentes de aquel revival post-punk acontecido con el cambio de siglo con el que también aparecieron Editors, White Lies o The Walkmen, pero con el paso del tiempo se han consolidado como grupo reconocible y poseedor de un trazo único que, sobre el escenario, resulta tan austero como a la postre seductor. Interpol triunfaron a su paso por Santiago, casi sin darnos cuenta, con ausencia aparente de esfuerzo (y, por supuesto, de aspavientos) y lejos de mostrar su mejor versión, pero manejando esos encantos disimulados que ganan terreno a cada paso hasta explosionar en el buen sabor de boca definitivo. El mismo potenciado por esa "Experiencia" de SON Estrella Galicia ofertada en torno al concierto, apuntalada con generoso número de interesantes actividades paralelas y alguna que otra sorpresa, en una hoja de ruta trazada con buen gusto y con la satisfacción total del usuario como objetivo inexcusable y del todo consensuado.