Intensivo de soul
ConciertosNick Waterhouse

Intensivo de soul

7 / 10
Beatriz H. Viloria — 16-02-2017
Empresa — Houston Party
Fecha — 07 febrero, 2017
Sala — Barceló
Fotografía — Adrés Abella

No debe de ser nada fácil tener que plantearse la cancelación de un concierto el mismo día que se celebra. Y más en una ciudad que hace tiempo que no visitas y que tiene tantas ganas de verte que ha agotado las entradas. A este dilema se enfrentaron en Madrid Nick Waterhouse y su banda, a quienes una inoportuna gripe les había hecho una visita, pero finalmente decidieron salir al escenario a dar lo mejor de sí mismos, hasta que el cuerpo no pudiera más. ¿El problema? Esto no se supo hasta la mañana siguiente, cuando el músico dio explicaciones vía redes sociales a los asistentes que, perplejos y comprensiblemente molestos, habían visto cómo se encendían las luces del Teatro Barceló y se desconectaban los instrumentos tras apenas una hora de actuación.

Fue una faena que con tres discos en su haber (siendo el tercero el motivo de la cita, Never Twice) algunas canciones del setlist se quedasen en el tintero y, si el personal hubiera conocido el estado de salud de los protagonistas al inicio del concierto, quizás se habría suavizado su malestar final. Y habría comprendido la falta de energía de un Waterhouse que verdaderamente se esforzó por mantener el tipo con tal de no dejar colgado a sus seguidores. A pesar de todo, dado que su elegancia y talento a las cuerdas –las vocales y las de la guitarra- venían de serie, el honorable pudo disfrutar de cincuenta gloriosos minutos de soul y R&B que arrancaron con I Had Some Money (But I Spent It).

El californiano supo dosificar sus fuerzas -sentándose sobre un amplificador cuando le flaqueaban- y llevar la batuta de los Estados Unidos que poblaban las tablas, su más que acertada selección de músicos procedentes de Nueva York, Los Ángeles, California y Texas. Corista, teclado, batería, bajo y saxo/flauta travesera funcionaron como un reloj, con minutos de gloria para todos y cada uno de ellos en Dead Room o la más reciente It’s Time. Mención de honor para su saxofonista, quien recibió grandes ovaciones gracias a unos lucidos solos que se echarían en falta más adelante – gran ausencia en This Is A Game, la joya de Holly (2014)-, cuando acabó desapareciendo para sufrir los efectos de la gripe entre bambalinas.

Entre gestos y sonrisas de complicidad fluyeron las melodías y los contagiosos ritmos en un Barceló que sonó de maravilla, y Waterhouse todavía hizo por animar al público a bailar siguiendo los pasos y la voz de su compañera, Carol. Andaba el ambiente caldeado del todo con dos de sus últimas composiciones, la deliciosa Katchi (grabada con Leon Bridges) y el coreado estribillo de LA Turnaround, cuando retrocedió en el tiempo hasta Time’s All Gone (2012) para acometer los aplaudidos rasgueos de (If) You Want Trouble y retirarse tras el karaoke de Say I Wanna Know.

Dos aceleradas salidas a escena, con un solo de batería como guinda, precipitaron el final de la velada, para asombro (y cierto mosqueo) de los presentes. Habían vivido unos cincuenta minutos tan exquisitos que era normal que quisieran más. Pero esa hora escasa fue mejor que tener que esperar a que Waterhouse encontrase otro hueco en su agenda para volver a Madrid. Que tengan por seguro que habrá recompensa cuando regrese.

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