El festival indie israelita por excelencia en la actualidad se llama InDnegev, un evento que empezó hace 12 años como un proyecto de cuatro amigos enamorados de la música que decidieron montar una jornada de conciertos en el desierto del Negev, en medio de un parque natural protegido en el Sur del país, entre la franja de Gaza por el Oeste y Jordania por el Este. El festival se ha ido labrando un nombre durante todos estos años hasta convertirse en una especie de plataforma encargada de descubrir cuales serán las nuevas sensaciones sonoras de la escena alternativa de Israel en los próximos meses, e incluso años.
Aterriza como puedas
La primera jornada transcurrió con la llegada de los festivaleros al recinto. Los conciertos arrancaron a las 17 horas, aunque ya había gente acampada desde hacía días. Hacerse con el espacio no fue fácil. Tras un tour de la organización por el recinto, que incluyó la que sería mi suite para los siguientes días: un iglú para dos personas con manta, cogí y colchoneta – en este festival rige la norma horizontal; aquí, todo el mundo duerme en tienda de campaña, tanto músicos, como organizadores y público-, me dispuse a recorrer los cuatro escenarios abiertos a la programación. Esa primera jornada fui a ciegas ya que todo el programa estaba en hebreo – de hecho toda la señalética estaba en ese idioma-. La aleatoriedad me llevó hasta los Crunch 22 Ft. Hahalutsim, un proyecto que impactó, sobretodo en la primera parte del concierto, cuando se presentaron como trío, cuyo set lo conformaba un órgano vintage, una batería y un DJ que iba lanzando fragmentos de ritmos y de voces. Me vinieron a la memoria a los temas instrumentales de DJ Shadow y las bandas sonoras de las películas blaxploitation. Pero la segunda parte del concierto la hicieron con una pareja de raperos que no hicieron más que restar. Una lástima porque había empezado de maravilla. Antes, a WC les había pasado lo mismo sobre ese mismo escenario. Empezaron bien, con una propuesta que combinaba guitarras con electrónica y que se movía por las tierras movedizas de la escuela berlinesa de Moderat, pero luego se desinflaron con una peculiar visión multi oscópica que acabó por abrumar más que enriquecer. Por último, Alek Lee live band, ofreció una interesante una combinación de groove con post punk de ritmos de bajo ampulosos y redobles de batería en forma de descarga.
Atrápalo como puedas
En InDnegev hay muchos factores imprevisibles para quienes estamos acostumbrados a la tipología de festival a la anglosajona. A parte de lo estrictamente musical las tradiciones de aquel país están muy presentes. Sin ir más lejos, la gastronomía ofrece multitud de platos típicos de la zona, como los clásicos shawarmas, falafeles, humus y un sinfín de platos del extremo oriental del Mediterráneo. También existen los espacios para la oración, con una carpa para rezar y otra para tratar temas relacionados con la religión judía. Por ejemplo, aquí los cabezas de cartel no se reservan para el final del día. Pero algunos aspectos del festival tampoco siguen la lógica occidental. En este sentido el concepto de gran nombre no tiene mucha razón de ser. Por este motivo hay que estar muy despierto a cualquier hora del día, porque te puedes topar con un espectáculo único concebido de forma especial, para la ocasión. Fue el caso de Kalimat with Firkat A-Nar Orchestra, un proyecto de spoken word con una orquesta de músicos egipcios. Este espectáculo tiene un calendario muy restringido, por lo que fue una ocasión de oro para verlo en directo. La respuesta del público fue total, y eso que el concierto estaba programado para las 14 horas. Kalinat iba acompañado por una banda clásica de bajo, guitarra y batería, y detrás en segundo plano, se encontraba la orquesta conformada por sexteto de cuerda y otros tantos músicos con instrumentos tradicionales egipcios. La experiencia fue más que satisfactoria. Y sorprendió ver el alto índice de público joven que lo dio todo durante el espectáculo.
Las propuestas para esta segunda jornada viraron con agilidad de un lado al otro dentro del infinito abanico de estilos musicales. El afrobeat estuvo excelentemente representado con dos grandes conciertos. Uno, a cargo de Tigris, al mediodía, el otro tuvo lugar al filo de la medianoche, protagonizado por Liquid Saloon, un súper combo que se estrenaba en directo, organizado por músicos procedentes de entre lo mejorcito de la escena de jazz y funk de Israel. Para los seguidores de los sonidos más extremos hubo una interesante propuesta consistente en una batalla de bandas con dos sets colocados uno en frente del otro del escenario Mariquita. Fueron diez bandas y cada una dispuso de 25 minutos para demostrar su valía. Todas ellas, se me olvidaba citar el pequeño detalle, se dedicaban a los sonidos extremos (death metal, black metal…). En total fueron 3 horas de estruendos y velocidades de vértigo, que sirvieron para constatar el buen estado de forma de esta escena allí. Tampoco fallaron Mebuan, una propuesta con un pie en el post rock y otro en el kraut rock. Y como no, Inga Dingo, que casi consiguió vaciar el escenario principal en la penúltima actuación allí. ¿Y por qué? Se preguntarán, porque presentaron una propuesta de lo más marciana a un volumen difícil de aguantar si no es que se lleva tapones de gran grosor o simplemente se sufre de sordera. Lo que ofreció la formación que lidera el excéntrico Doron Butni es muy parecido a lo que concibe Mike Patton y compañía con Mr. Bungle, o sea, una locura sonora que mezcla estilos a priori imposibles de combinar, y que se guía por la ruptura de la lógica a la hora de seguir ritmos y convenciones interpretativas.
También aportaron un alto rendimiento Double Jackal, que se movieron entre ondulaciones y reverberaciones sonoras con una propuesta shoegaze de altísimos vuelos. Ojo con ellos, porque sus integrantes tan solo tienen 19 años y ya sonaron a gloria. Y como decía, la jornada fue batiburrillo con bandas de todo tipo. Algunas de ellas muy estandards como, SmellFish (Stoner rock), Erez Dascal (fuzz rock), y Peled (rock 60s), clásico con referencias a Hendrix, Animals, Grad Funk, Bo Diddley, Iron Butterfly…. Nos enteramos que este es uno de los múltiples proyectos de uno de los trotamundos más importantes de la escena rockera israelita, un personaje que lleva en activo desde los 70, y que todavía se atreve a seguir la estela de nuevos revitalizadores del rock psicodélico, como Tame Impala.
Top Secret
La jornada de clausura se caracterizó por la gran presencia de propuestas con un pie y medio puesto en la world music y el mestizaje. Pero buceando nos encontramos con alguna que otra sorpresa. Sin duda nos quedamos con un nombre, y es Nomke, una girl band de corte indie folk que se presentaron con mucha actitud, desparpajo interpretativo, y sobretodo canciones. La banda podría mirar de tú a tú otras militantes en escuderías como Bella Union o Sub Pop. Pero los triunfadores de la jornada fueron, The Turbans, y su propuesta de guitarreos pretéritos en el que amalgamaban con soltura psicodelia y garaje rock. El escenario principal se les quedó pequeño.
A partir de ahí, poco a poco, el festival se fue apagando. A las 18 horas, casi en punto, sonó la última nota en el escenario principal. Concluyó así el evento musical de la industria alternativa más importante de Israel, con un éxito de asistencia: 10.000 personas, convirtiéndose en el techo del evento hasta la fecha. Y nosotros nos fuimos sin conocer buena parte de los nombres del cartel en inglés, como si de un gran secreto de la comunidad se tratase.
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