In Flames + Sepultura

Cómo cambian las cosas. Hace diez años hubiera sido impensable que Sepultura telonearan a In Flames. Hoy, sin embargo, la realidad es bien distinta: los suecos se mantienen en sus cotas de mayor popularidad mientras los brasileños intentan recuperar el crédito y la inspiración perdidas. Pese a ello, ésta acabó siendo la mejor de las cuatro actuaciones de Sepultura que he podido ver con Derrick Green hasta la fecha. Quizás porque “Dante XXI” es el mejor disco de su nueva etapa; porque Green ha ganado puntos como frontman –aunque siga sin acabar de encajar-; por la recuperación de clásicos como “Arise”, “Dead Embryonic Cells”, “Beneath The Remains” o “Troops Of Doom” o porque sonaron sorprendentemente compactos –Roy Mayorga nos hizo olvidar la ausencia de Igor Cavalera, de baja por paternidad, a la batería; por algo será que los mejores shows de Soulfly han contado siempre con su presencia-. Lo de In Flames fue aún mejor. El sonido, nítido y aplastante, se elevó a otro nivel. Los temas se sucedieron sin apenas altibajos, alternando material antiguo –“Bullet Ride”, “Only For The Weak”, la primeriza “Behind Space”- y de su última etapa –destacar “Drifter”, “Cloud Connected” o una brutal “F(r)iend”-. Las nuevas “Leeches”, “Take This Life”, “Scream” o, en especial, la pausada y envolvente “Come Clarity” añadieron colorido y matices a su set list, aunque siempre habrá quien eche de menos el piñón fijo. Al final, y pese a algunas melodías reiterativas, una realidad evidente: las críticas a su reorientación melódica no tienen cabida en directo. Demostración metálica con mayúsculas.