Sumergirse en el universo de la japonesa Ichiko Aoba es abrazar un singular cosmos de luces y sombras, un bálsamo de texturas superpuestas que trazan rutas deliciosamente inverosímiles. Su último trabajo, "Luminescent Creatures" (hermine-[PIAS] Ibero América) vio la luz hace escasas dos semanas y ya apunta a convertirse en uno de los álbumes internacionales más relevantes del momento. Tomando su inspiración por todo tipo de criaturas que encontraba en las profundidades de las aguas del archipiélago de Ryukyu, Aoba vuelca en sus composiciones toda una paleta cromática de armonías y juegos vocales que en directo no hace sino crecer.
Su primera vez en València, en una Rambleta abarrotada, ha significado una de las pocas oportunidades para ver la presentación del disco de la japonesa en España en una interminable gira mundial que solo acaba de comenzar.
Desde el inicio del concierto, la puesta en escena del todo minimalista e íntima ya evoca ese mundo interior de la artista. Un pequeño oasis iluminado de forma muy tenue por una lamparita en el centro de un escenario inmenso y oscuro, como el océano. Una isla diminuta dibujada nada más que por la luz de los focos que la delimitan.
Ichiko Aoba parece evadirse completamente en su personal coreografía de gestos y murmullos vocales fuera de micrófono, relajada, y así parece de pronto bajar el tempo apresurado de la vida real. La sensación de asistir como espectador de un mundo imaginario produce un silencio y respeto absolutos, o al menos así se intenta, porque Aoba no cesa en hacerlo notar a poco que suena algún teléfono o cualquier despistado que entra a destiempo en la sala.
Su técnica vocal y dominio de la guitarra son sorprendentes, pero lo que de verdad impresiona es el mimo casi delirante por el rango dinámico y eso solo puede apreciarse de manera fiel sobre el escenario. Temas antiguos como “Kokoro no Sekai”, con la cual abrió el set, o “Terifuri Ame”, esbozan una cierta continuidad con los más recientes y, en general, todo sigue una tendencia in crescendo hacia lo acústico de su guitarra envuelta en reverb. Pero su voz, alejada de cualquier tipo de artificio, no deja de ser cristalina en todo momento. El punto de inflexión llega cuando hace sonar una meditadísima “Wakusei No Namida” con la que se recrea hasta el infinito (tema nostálgico donde los haya y que, además, cierra el último álbum), pero lo mejor aún está por llegar.
La recta final la dedica a construir loops de piano y melodías al teclado, dejando por un tiempo la guitarra. Entre las más aclamadas por el público, canta “SONAR” y su indiscutible hit, “Asleep Among Endives” sin olvidar hacer mención especial a su querido maestro con una preciosa “Clockwork Universe”. Así, tras más de una hora y pico sin despeinarse, la japonesa se despide cariñosamente con “Tsuki no Oka” o A Hill of the Moon. Y es que siguiendo con los motivos impresionistas, ella misma parece una luna que en el mar riela.
Antes de extinguir su voz, los fans ya la agasajan con ramos de flores y Aoba nos deleita con tres canciones más. La divertida “Sayonara Penguin”, “Taiyou-san” y una inédita, “Omedetou no Uta”. El último tema lo interpreta fuera de micrófono, cantando al borde del escenario y pidiendo a un chico de primera fila que rasgue el acorde de su guitarra por última vez.
En definitiva, "Luminescent Creatures" es un magnífico disco, pero la experiencia de vivirlo en directo es sublime. Un paréntesis que baja forzosamente revoluciones y que, en su inmersión hacia lo desconocido, alcanza capas de profundidad que aunque puedan permanecer lejanas u ocultas, al final, iluminan.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.