Qué poco tardaron No More Lies en recordar su fuerza, su milimétrica capacidad para construir canciones incómodas, exactas y sólidas. No es que Santi García tuviera prisa –saboreó cada minuto-, es que no saben hacerlo de otra manera. Por la vía directa, calentaron el escenario y el aire en cinco minutos y aquellos que olvidaron los tapones supieron que no sería una noche fácil. Acabaron con una canción nueva, buena señal si pensamos que No More Lies se acercan a sus quince años de carrera y sería de buen gusto celebrarlo con un cuarto disco. Si depende de su estado de forma, será otro puñetazo en la mesa, una apuesta segura, por mucho que el acierto en las disonancias ya sea finalmente cosa de la inspiración.
Hot Snakes tampoco tardaron demasiado en recordarnos de dónde vienen las mejores vibraciones de aquel hardcore revisado con garage y algunas armonías del indie rock que se abría paso, vulnerable, a finales de los noventa. Bien lo sabe Rick Froberg. Se dan menos vueltas con solo decir que un día el punk infectó las venas de estos señores – ese aire a Strummer de John Reis-, con qué rabia, dolor y emoción se dirigen a sus cuerdas. Arrancaron por su mejor colección, el primer cuarto de hora de “Suicide Invoice”, disco de oro dentro del género. “XOX” se celebró como se celebra el primer gol - qué importante es casi siempre. Cuando llegaron a “LAX” y a “Suicide Invoice” la fiesta era oficial, allí estaban los himnos a todo trapo. Ahí vimos que la voz de Froberg vivía al límite o muy cerca de él – y así vivió feliz toda la noche- y que el sudor de Reis marcaría el territorio, escoltado por dos amplis para tener ese tono calentito y rugoso con el que empiezan las mejores canciones de Hot Snakes. De la eficacia de la base rítmica no hace falta decir mucho, impecable, potente, veterana como el dúo Kourkounis-Wood. Froberg y Reis disfrutaban de la expectación y siguieron con varias piezas de “Audit in Progress” antes de empezar a levantar nuevas pasiones con la lista de “Automatic Midnight”. La guitarra de Froberg brilló en “10th Planet” antes y después de cantar eso de “It´s a dead dead town”. Fue un instante de felicidad, no hay duda. Solo había que contar brazos o sacar un termómetro o ver la cara y la camisa de John Reis para entender el sentido y la fuerza del rock de Hot Snakes. Larga vida a las serpientes de California
Adventures in cooking 101: My beoevld hubby was making scrambled eggs, and managed to screw up my favorite skillet by melting a rubber spatula in the bottom of the pan. How do I get it off?