(Quiero comenzar pidiendo disculpas por robar la frase a una de las mentes más preclaras de este siglo (modo ironía ON), como es la actual presidenta de la comunidad de Madrid, pero era imposible no utilizar como titular de esta crónica una de sus últimas cagadas… ¿qué haríamos sin esta clase política?)
Concierto especial organizado por el Ayuntamiento de Barakaldo con motivo del festival Hiriko Soinuak y que servía para, de alguna manera agasajar a los ganadores de este año: la jovencísima banda popera Debajo Del Paraguas, como mejor grupo local, y los gipuzkoarras Ro, vencedores en la categoría principal.
Abrieron la noche Debajo del Paraguas, facturando un pop sencillo, pero demostrando que, a pesar de su corta edad, tienen un saber estar en el escenario digno de cualquier banda veterana. Agradecidos con la oportunidad de poder estar en un escenario como el del BEC, salieron con ganas y dispuestos a aprovechar su tiempo para presentar varios temas que formarán parte de su próximo disco y también para repasar las canciones de su disco debut. Una apuesta de futuro para todos los públicos.
Los siguientes en salir a la palestra fueron Ro, una auténtica bandaza digna de disfrutar en directo. Personalmente, les conocí cuando grabaron “Rosa” con Sara Zozaya y, a partir de ahí, me puse a investigar el magnífico EP “Athalase”, publicado el pasado año. Rock instrumental con una actitud insuperable, ritmos pesados y oscuros cercanos al post punk pero muy efectivos y muy bien encajados en un proyecto personal, que se aleja de lo que estamos acostumbrados a escuchar por aquí. Un grandísimo grupo al que tenemos muchísimas ganas de volver a disfrutar en directo, pero en otras condiciones más adecuadas a su propuesta, es decir, un bolo más largo y en un local en el que se puedan apreciar en toda su magnitud los sonidos de la banda gipuzkoana.
El triunfo en este certamen les permitió a ambos telonear el sábado a El Drogas, uno de esos artistas inmortales que nunca defraudan… o mejor dicho, una banda que nunca defrauda, porque ‘El Drogas’, ya hace mucho tiempo, que dejó de ser Enrique Villarreal para pasar a ser un colectivo en el que el músico navarro se apoya, casi a ciegas, en un equipo formado por El Flako Txarrena al bajo, Txus Maraví a las seis cuerdas y el grandísimo Brigi Duke a la batería, con los que ya ha formado una familia muy bien avenida.
La cita, en esta ocasión, se presentaba como algo muy especial, porque era la primera vez que podíamos ver a El Drogas después de todo esta pesadilla que hemos vivido durante casi dos años, y que aún nos quita el sueño algunas noches, a causa de los mensajes alarmistas con los que, todavía, nos sirven bombardeando desde las instituciones y medios oficiales. Pero en fin, no nos vayamos por las ramas ni sigamos con el monotema, que algún día habrá que empezar a ir recuperando nuestras vidas… Se notaba que el público de esta noche era diferente al habitual en los conciertos de El Drogas y que, sobre todo, habían asistido para escuchar las canciones de Barricada. Sólo espero que este bolo haya servido para que toda esa gente se adentre en la carrera de Enrique Villarreal, más allá de la histórica banda de La Txantrea, que tantos y tantos buenos momentos nos ha dado y que fue parte fundamental de la banda sonora de muchos y muchas de los que estábamos en el BEC.
Pero el tiempo pasa y, como decimos, El Drogas ha sabido evolucionar y, aparte de "Txarrena" y "Azulejo frío", el navarro ha publicado, tras su abrupta y desagradable salida de Barricada, tres discazos como son "Demasiado tonto en la corteza", "Sólo quiero brujas en esta noche sin compañía" y su más reciente "El largo sueño de una polilla", disco pandémico, hecho para ser tocado para audiencias reducidas y en un formato más íntimo… Hey! Se me olvidaba, también hay otro disco facturado a nombre de "La venganza de la abuela", injustamente olvidado e ignorado por la rareza que supuso en su momento, pero cuyo espíritu industrial recuperó recientemente en "Timbre fundido", uno de los discos de "Sólo quiero brujas en esta noche sin compañía".
Centrándonos en lo que fue el concierto, los primeros acordes de "En punto muerto" daban comienzo a casi dos horas de diversión en la que hubo de todo y en la que se repasaron todas las épocas de una carrera impecable como es la de este músico que, aparte de ser muy bueno en lo suyo, si existiera un premio para la persona del rock más querida, seguramente se llevaría el galardón año tras año (y mientras escribo esto, se me agolpan en la cabeza los recuerdos del mítico concierto de El Drogas en La Ciudadela de Iruña aquel lejano 2 de Julio de 2016, junto a un elenco inigualable del rock patrio - Crónica aquí -). El Drogas supo conjugar a la perfección sus distintas facetas de los últimos años y así pudimos disfrutar de temas de casi todos los discos a excepción lógica de su último trabajo que, como ya hemos dicho, sería difícil encajar en este formato eléctrico. Sonaron temas de su primer disco en solitario, "Txarrena" como "Nada sin ti", revisada para la ocasión y adaptada a la banda actual y "Empujo pa’ki", una de esas canciones que siempre funcionan en directo, bien integrada en la parte más “barriquera”.
De "Azulejo frío" pudimos escuchar (curiosamente, la segunda por el principio y la segunda por el final) "Así" y "Azulejo frío", dos de las imprescindibles. Y como tampoco se trata de hacer un listado del setlist, diremos que el resto del repertorio se centró en sus dos discos facturados como El Drogas, con algunas tonadas que nunca pueden faltar como la nostálgica ·Debajo de aquel árbol·, emocionantes ·Cordones de mimbre" o "Pétalos" (sí, ya sé que ésta, oficialmente, es de Barricada, pero, digan lo que digan los créditos, "La tierra está sorda" es de Enrique Villarreal y punto… aunque sólo sea por lo que sufrió la composición y la creación de los temas), la bluesera "Ya no anochece igual" y las rabiosas "Están para violarlas", "Come elefantes", "Peineta y mantilla" o "Aquí no tienen nombre", recuerdo al impune genocidio perpetrado por las fuerzas de seguridad el 6 de febrero de 2014 en el Tarajal, donde 15 inmigrantes fueron recibidos a pelotazos y asesinados a sangre fría cuando huían de la miseria en busca de una vida digna.
Otro de los grandes valores de esta banda, aparte de las evidentes virtudes musicales de cada uno de sus miembros, comenzando por la capacidad vocal del líder, que no perdió la voz en las casi dos horas de concierto, y de que suenan como un tiro, es la capacidad que tienen de modificar su repertorio en función de las necesidades de cada bolo, subiendo y bajando las pulsaciones sin perder nunca la fuerza y la atención de un público siempre entregado, como el del BEC que, como hemos dicho, disfrutó de lo lindo cada vez que sonaban himnos como "Oveja negra", "Silla eléctrica", "Víctimas", "Todos mirando", "No sé qué hacer contigo", "La hora del carnaval", "No hay tregu" y la prescindible pero inevitable "Blanco y negro" que sigue funcionando como final de bolo.
Y así se terminaba una noche más de rock and roll en el que Enrique Villarreal y "El Drogas" (que insisto, son lo mismo, pero no) nos volvieron a emocionar con su visión de lo que debe ser esto de la música: pasión, fuerza, magnetismo… es que, después de tantos y tantos conciertos, ya se nos acaban los adjetivos para calificar a este magnífico e irrepetible artista que, a sus 62 años nos sigue sorprendiendo. En fin, como “twiteó” la pasada semana ese espíritu libre de la política que es nuestra “amiga” madrileña… “Drogas sí, dulces no”.
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