Havalina presentaba en Murcia, "H" (Origami Records, 2012), su último álbum. El cuarto del trío madrileño (o el séptimo, si contamos sus inicios en inglés como Havalina Blu). Un proyecto por el que han pasado casi una decena de músicos desde aquel "Uncouloured Songs" de 2003 y en el que sólo Manuel Cabezalí se ha mantenido al frente de la formación.
El frío recibimiento inicial a la banda (apenas un par de aplausos aislados a ambos lados de la sala), no sería en absoluto representativo de lo que vendría después. Un concierto oscuro, potente e intenso, con una audiencia participativa y sumergida de cuerpo entero en esa atmósfera turbulenta, en esas historias retorcidas y tenebrosas que Cabezalí plasma en sus textos, de principio a fin.
El show comenzó igual que lo hace el disco nuevo: con “Norte”. Tan solo escuchar los primeros acordes y te viene a la cabeza The Cure; sin duda, una de las mayores influencias del grupo. “Viernes”, que vendría a continuación, siguió por la misma línea; esa de los grandes desarrollos que van creciendo sobre el escenario como si fueran fruto de la más pura de las improvisaciones. Un camino del que se alejaron otras composiciones como “La Antártida Empieza Aquí”, “Viaje Al Sol” y “Compañía Felina”, más cercanas al formato clásico de canción.
La vista atrás la echaron con esos riffs de “Síndrome De Culto” que les acercan tanto a Muse como “Tu Ciudad”, y sobre todo “Desierto”, les arrima al stoner o incluso al grunge.
La elegantísima “Música Para Peces”, con su interminable solo final de guitarra, puso el cierre al primer set para volver con unos bises que serían lo mejor de la noche. Primero, la magnífica “El Estruendo” con sus cuestas instrumentales al más puro estilo Six By Seven (algo que atisbamos también en “Objetos Personales”) y después esa canción con la que despuntaron allá por 2009: la sensual “Incursiones”. Un tema que acabó con Manuel, Guille (que sustituía a Nacho al bajo) y Javier entre el público, a modo de catarsis colectiva. Uno de esos bombazos sonoros que se te quedan en la cabeza hasta el día siguiente, como mínimo.
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