Bautizar la música de Godspeed You! Black Emperor, junto a la de otros grupos más o menos de escenas cercanas, varios luego alrededor del sello de Montreal "Constellation", como post-rock, pudo considerarse en su momento, hace ya tres décadas, como algo apropiado. El problema quizá es que la etiqueta en sí hurtó esa posibilidad a otras músicas posteriores, que también podrían considerarse como algo subsiguiente a la propia denominación ya tan vaga de rock. En realidad ahí convergen distintas formas experimentales que toman, combinan o desarrollan distintos ámbitos del progresivo, o neoprogresivo, kraut alemán, math rock, space rock, rock de cámara, ambient, y el mismísimo free jazz, sin olvidar desde música minimalista, folk o nu-metal. Es decir, muchos de los elementos que han marcado otras diferentes fusiones que han dado como resultado propuestas y conjugaciones de muy variable baremo, desde meras copias a experimentos insólitos, casi únicos, de una indudable valía artística, que bien mirado, hasta pueden agradecer esa falta de categorización, generalmente molesta, si delimita aventuras creativas. Al mismo tiempo el propio post-rock hace tiempo que actúa también como un recurso legítimo más, como puede serlo el kraut por ejemplo, dentro de las distintas transformaciones de los sonidos eléctricos asociados al rock.
El siguiente paso, una vez metidos en el concierto de Godspeed You! Black Emperor en el bilbaíno Kafe Antzokia, es concretar en palabras lo ocurrido allí, la exposición de los canadienses y su evolución actual. Es indudable que aquel factor sorpresa que inundaba su propuesta inicial se ha mitigado, como me confesaba Karlos "Txap" Osinaga de Lisabö al final del concierto en comparación con su primera vez a principios de siglo, lo cual no significa que haya perdido atractivo y vigencia, y conserve aún un alto poder de seducción en un público que abarrota la sala y atiende en un ensimismamiento absoluto, que roza lo ceremonial. Es su tercera ocasión en Bilbao en menos de seis años (noviembre 2019 Kafe Antzokia, octubre 2022 Santana 27) y diría que la más satisfactoria, tanto en afluencia como en resultado artístico.
Paso previo ofició Matt Ball, miembro de Big/Brave, toda una referencia actual del post metal que actuarán en conjunto este 31 de marzo en el Dabadaba donostiarra. En escorzo, muchas veces de espaldas al público y rozando los monitores con su instrumento, Ball ofrece un soliloquio de drone guitarrero bajo un ténue foco y la ayuda de distintos pedales de efectos. Poco más de media hora que anticipaban lo que estaba por venir.
A las 9 en punto, supongo que intencionadamente, aparecían los ocho integrantes del colectivo de Montreal: tres guitarras (sentados), dos bajistas (de pie), dos percusionistas (a veces sentados, a veces de pie) y una violinista (de pie). Uno de los bajistas se hacía también con un contrabajo que al final del concierto posó en primera línea de escenario. Dispuestos en semicírculo, sin apenas luz y con una gran pantalla que no dejaba de proyectar imágenes casi siempre en blanco y negro. Como la vez anterior, van calentando ambientes, dedos e instrumentos con "Hope drone", para después sumergirse en su más reciente grabación, "No Title as of 13 February 2024 28,340 Dead".
Los tres primeros temas de dicho impronunciable título, se suceden en el mismo orden. En la segunda ya toma presencia el violín, entre continuos giros y crescendos de drones y complicados acordes de guitarra, percusiones volátiles (uno de ellos cambiando en varias ocasiones la composición de su instrumento). Tanto "BABYS IN A THUNDERCLOUD", como sobre todo "RAINDROPS CATS IN LEAD", desempañean destacados momentos sutiles y persuasivos, que cristalizan la naturaleza de su música y intensidad del color del fuego que reflejan las imágenes que casi intuímos desde el costado derecho del recinto. Los giros constantes y las distintas velocidades, de lo más pausado a texturas desasosegantes y urgentes, casi eufóricas en su remate final. Tanto echan mano de grabaciones recientes, caso de "Fire at static valley" de su álbum de 2021, auténtica oda preciosista con un lento, bellísimo, incluso apacible, crecimiento lírico, como de otras que recuerdan sus inicios. caso de la melancólica, aérea y turbadora "World Police and Friendly Fire". Sumamos algo más de cien minutos de inmersión profunda en un viaje hipnótico del que cuesta despegarse. Ellos se van delicadamente, el eco de sus instrumentos brama un rato más. La conexión magnética con su música reverbera en los ensueños de la noche.
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