Veteranos y noveles
ConciertosGetmad! Festival

Veteranos y noveles

8 / 10
Guillermo Chaparro Terleira y Gonzalo Rodríguez — 29-05-2017
Empresa — Holy Cuervo
Fecha — 26 mayo, 2017
Sala — Varias salas en Madrid
Fotografía — Mariano Regidor / Sergio Albert

Muchos solemos quejarnos de la falta de originalidad y riesgo en los carteles de los grandes festivales del país. Basta con echar un ojo a dos o tres para localizar al mismo grupo nacional encabezando la lista. Por suerte hay festivales cuyo sello de identidad es justo lo contrario: una propuesta en la que formaciones desconocidas y emergentes comparten programación con artistas consolidados. Un buen ejemplo de esto es GetMAD Festival. Este fin de semana el festival madrileño volvió a tomar las calles de Malasaña por segundo año consecutivo para traernos una programación donde grupos veteranos, como The Zombies o Half Japanese compartían horarios con una interesante remesa de grupos undergrounds tanto a nivel nacional como internacional.

La primera jornada del festival arrancaba en la sala But con la actuación de Atom Rumba. Ni el sofocante calor que inundaba Malasaña empujó a la gente a entrar en las salas: apenas siete personas presenciaron este concierto. El ambiente era similar al de estar en una sesión de eansayo, incluso se podía escuchar el rasgueo de las guitarras cuando no estaban enchufadas. Aun así, los de Bilbao siguieron a lo suyo y demostraron por qué desde hace dos décdas son uno de los mayores exponentes del rock facturado en nuestro país. Sus aceleradas guitarras y la potente batería se acoplaban a la perfección con la versátil voz para dar rienda suelta a ese sonido que mana del blues, el rock y el hardcore y que dio como resultado una potente pegada de decibelios. Mientras, la sala Taboo, encargada de descubrirnos grupos emergentes del pop y rock alternativo -y por ende una de las más atractivas del festival- acogía la actuación de los australianos The Baudelaires, capaces de convencer al creciente público a través de su prometedora forma de entender el rock lisérgico.

Comenzaba a anochecer y se acercaba la actuación de Half Japanese. Su longeva carrera les ha catalogado como clásicos de la escena alternativa. Pero si el paso del tiempo no parece notarse cuando entran al estudio (especial mención a su reciente Hear The Lions Roar), en directo la cosa cambia. Su propuesta sobre el escenario resulta ser reiterativa e indiferente. Tan solo las canciones más melódicas (donde las guitarras dejaban el protagonismo a la voz) provocaban el interés de un público que tan solo mostró euforia cuando Jad Fair rompió su mini guitarra en plena canción. Tras esta actuación había una fuerte necesidad de cambiar de aires, propuestas más frescas. Unas propuestas que se encontraban en la sala Maravillas, punto de encuentro para el sonido garagero. Allí, mientras Half Japanese finalizaba su concierto, The Gooch Palms con tan solo la guitarra y la batería ponían en ebullición a la Maravillas con un divertido punk rock que no daba tregua canción tras canción y provocaba unos todavía tímidos (por la falta de gente) pogos en las primeras filas. El dúo culminó la tarea con una genial versión acelerada de su potente “We Get By”.

Dungen Foto: Mariano Regidor

De vuelta a But Dungen superaron cualquier tipo de expectativas y congregaron al público más mayoritario de la jornada. Los océanos psicodélicos se apoderaban de la sala y los solos de flauta travesera que se marcaba Gustav Ejstes provocaban los aplausos del respetable. Entre tanto la sala Maravillas seguía a lo suyo. Dune Rats culminaban lo que empezaron The Gooch Palms y ahora con más gente la sala era una olla a presión (también literalmente, el calor humano era asfixiante). Los australianos defienden un sonido punk adolescente cuyo único fin es pasarlo bien. El resultado se resume en un fotógrafo bebiendo cerveza de la bota del guitarrista, calvos a cámara por parte del bajista, gente nadando sobre el público e infinitos pogos bañados en sudor y saliva. Afonía, fatiga y camisetas empapadas era la estampa del público que iba saliendo a la calle en busca de oxígeno. Guillermo Chaparro

La sala Changó acogía el viernes las propuestas más duras de todo el festival encabezadas por Oathbreaker y Adrift, en alternancia con el eclecticismo de King Dude o el post-rock de El Altar del Holocausto que tenían la labor de sustituir a una Emma Ruth Rundle que debido a problemas de salud tuvo que cancelar su gira europea (una lástima).

El Altar del Holocausto abría la sala Changó ofreciendo a los primeros asistentes del festival su característica puesta en escena con sus cruces y sus tres componentes totalmente cubiertos por unas túnicas blancas. Musicalmente hicieron un recorrido por sus dos álbumes, "H E” (13) y "S H E” (15), en los que el post-rock instrumental es el protagonista fundiéndose con partes muy pesadas que los acercan al doom y que sirvió para dejar preparados a los asistentes de lo que vendría después. Por segundo año consecutivo King Dude se presentó en Madrid en formato banda, esta vez para presentar su último y magistral último disco “Sex” (16). Me fascina su música y la capacidad que tiene para beber de tantos estilos (neofolk, country, post-punk, rock…) y a partir de ellos crear su propia identidad. Más eléctrico que el año pasado, hizo un extenso repaso al citado Sex “Sex” y su predecesor "Songs of Flesh & Blood" (15), con temas como "I Wanna Die at 69" o "Sex Dungeon (USA)" sonando más cañeros que nunca. Aunque uno de los mejores momentos vino cuando recuperó su lado más acústico para tocar ‘Jesus in the Courtyard’ en la que su penetrante y sugestiva voz inundaba toda la sala pidiendo al público que entrara en comunión con él para recitar “Jesus in the courtyard telling lies, Oh Lord, Oh Lord”. Sus cautivadores cantos a Lucifer nos dejaron a todos con ganas de más, de mucho más.

Y casi sin tiempo para prepararnos apareció Adrift para levantar su enorme muro de sonido que hizo temblar toda la sala Changó. Volvían a los escenarios madrileños después de un largo tiempo de inactividad, y lo hicieron con una demostración de contundencia absoluta, dejando claro porque son una de las mejores bandas de metal de todo el país. Monolitos en forma de canciones como ‘The Soldier of my Words” o “Berzocana´s Bells” cayeron sobre todos los allí presentes, con tiempo también para presentar un tema nuevo que sonó brutal. El atronador final con “Black Heart Bleeds Black” nos dejó totalmente exhaustos después de una hora en la que nos pasaron por encima sin ningún tipo de concesión. Aplastantes.

El año pasado “Rheia” (16) supuso un importante cambio para Oathbreaker (en la foto que preside este artículo).  En él todo se volvió más frágil a la par que desgarrador, con una impresionante Caro Tanghe que se desnudaba vocalmente como nunca lo había hecho antes. Todos estos sentimientos que transmiten en disco se magnifican en un directo donde esa nueva fragilidad mostrada por Caro te agarra desde lo más profundo para luego sacudirte con sus desgarradores gritos. A excepción de una profunda ‘The Abyss Looks Into Me" de su anterior “Eros|Anteros” (13), el repaso a “Rheia” (16) fue casi integro donde temas como “Second Son of R.” o “Needles In Your Skin” nos llevaron al trance absoluto que supone ver a todo el grupo ejecutar sus composiciones de una manera tan visceral y emotiva. Cada concierto suyo supone una sacudida de las que difícilmente se olvidan. Gonzalo Rodríguez

Adrift Foto: Sergio Albert

La segunda jornada del GetMAD comenzaba con un cambio en la programación. “Por razones ajenas a la organización” Camera no actuaron en Taboo tal y como estaba previsto. Lois, el proyecto en paralelo de Lois Brea (Trajano!), fueron los encargados de suplir a los alemanes. Su elegante dreampop de tintes ochenteros salvaron la papeleta con creces y más de uno se fue anotando su nombre para no perderles la pista. Por su parte, Jim Jones And The Righteous Mind se subían al escenario de la sala But. La formación británica de rock más preocupada por posar frente a la cámara que en contagiar a los presentes dieron rienda suelta a un rock de mucho músculo y poco contenido que salvo a entusiastas aferrados al rock and roll poco podían aportar a un público que en su mayoría estaba allí a la espera de los Zombies. En la Taboo, Morgan Delt deleitaban a una sala llena por vez primera en el festival a través de su pop psicodélico y demostraban así el evidente contraste de propuestas entre salas, uno de los puntos positivos y necesarios de un festival. Una idea que terminaban de reforzar Surf Curse unos metros más abajo de San Vicente Ferrer. Con su descamisado batería al frente pusieron a bailar a un público que buscaba repetir las sensaciones y diversión del día anterior, cosa que pudieron satisfacer gracias al desenfadado y vibrante punk garagero que manejan a la perfección los de Nevada.

Empezaba a anochecer y la programación nos invitaba a viajar en el tiempo, a los años 60 concretamente, para deleitarnos con el grupo más esperado del festival: The Zombies, tal y como evidenció el aforo de una sala but que por primera vez rozaba el lleno. La expectación por ver un grupo tan mítico como este se enfrentaba a los temores de asistir a un concierto de viajes glorias que no han sabido aguantar el paso del tiempo. Por suerte, la banda inglesa hizo honor a su reputación y convencieron. Era digno de asombro comprobar como las facultades vocales de Colin Blunstone seguían intactas al igual que los veloces dedos de Rod Argent sobre el teclado, capaces de levantar al público del asiento si la sala hubiera tenido butacas. Por supuesto a esto hay que añadir un cancionero que incluía She´s Not There y Time Of The Season, todo un himno de la cultura hippie, y que lograron evocar durante hora y media aquel 1969 y aquellos “viajes” psicotrópicos motivados por las ansias de libertad bajo el emblema de “Peace And Love”.

Con las luces de las farolas ya encendidas, la sala Taboo acogía una de las grandes sorpresas del festival: The Goon Sax. Este joven trío australiano (la inocencia de sus rostros se hacían incluso más evidentes tras venir de ver a The Zombies) llamaron la atención desde los primeros instantes del concierto. Sus canciones, cercanas a las bonitas e inocentes melodías pop de grupos como The Magnetic Fields o Belle And Sebastian, conquistaron a un público que poco a poco fue llenando el local. Y aunque sobre el escenario todavía proyecten esa falta de seguridad e improvisación que dan los años en la carretera, The Goon Sax demostraron que con las reglas básicas todavía se puede hacer un indiepop digno y que, por consiguiente, hay esperanza en este género tan maltratado y falto de frescura en los últimos tiempos.

GetMAD cerraba así una segunda edición marcada por el triunfal paso de The Zombies y, sobretodo, por el gran sabor de boca que dejaron la remesa de grupos y artistas emergentes; no obstante, también sirvió para evidenciar la necesidad de nuevas propuestas dentro de la vertiente más pura del rock. En definitiva, GetMAD se posiciona como una de las ofertas referentes de la capital y como un interesante escaparate para los nuevos bríos que nos llegan a nivel nacional y mundial. Imprescindible cita para satisfacer esa necesidad básica presente en todo melómano que consiste en descubrir nuevos grupos.  Guillermo Chaparro

The Zombies Foto: Mariano Regidor

El sábado cambio de tercio en la Sala Changó para acoger sonidos puramente hard-rockeros con unos Kadavar (que no paran de visitarnos) a la cabeza y secundados por tres bandazas: los nórdicos Horisont y Deadheads, y los madrileños Mr. Wilfred. Todo el día estaría influenciado directamente por la década dorada del Hard rock siendo Mr. Wilfred los primeros en ponerlo de manifiesto. Su rock añejo con dejes blues que podemos escuchar en discos como “Good Times” (16) o “SuperOctopus” (15) abrió la jornada con mucha clase y energía. No sé qué pasa con los suecos, pero definitivamente nacen para tocar rock & roll. Esta vez fueron Deadheads los que lo pusieron de manifiesto con su torrente desbocado de Hard Rock que puso a toda la sala a cabecear sin parar. Repasaron su disco “Loadead”(15) aunque también pudimos escuchar algún tema nuevo. Con una energía desbordante y su guitarrista Rickard Hellgren volviéndose loco en cada punteo, los de Göteborg durante sus cincuenta minutos de actuación nos dieron una lección de Hard Rock vitaminado.

Horisont a pesar de que son unos habituales de nuestros escenarios era la primera vez que los veía, y todo lo bueno que había escuchado de ellos se confirmó desde el minuto uno. Sus influencias están más que claras, con Deep Purple a la cabeza, temas como “The Hive” o “Electrical” de su fantástico disco nuevo “About Time” (17) sonaron increíbles. Sus cabalgadas heavies y esos teclados tan Blue Öyster Cult nos hicieron volver a la década de los 70 y 80 con la banda totalmente entregada y toda la sala disfrutando enormemente.

El plato fuerte del día sin duda eran los alemanes Kadavar que volvían después de su anterior gira con Blues Pills del año pasado. Hay que reconocer el increíble estado de forma en el que están, en directo suenan tremendamente compactos y precisos, donde su batería Tiger hace un demostración de poder y de lo sobrado que va tocando los parches. Pudimos escuchar temas de todos sus discos, desde “Last Living Dinosaur” de su último “Berlin” (15) pasando por “Doomsday Machine” de “Abra Kadavar” (13), aunque cuando mejor suenan es cuando más sabbathianos se ponen con temas como “Black Sun” o “All Our Thoughts” de su primer disco. Dieron un concierto redondo demostrando porque son una de las mejores bandas a día de hoy en su estilo y con una sala rendida antes ellos. Solo eche de menos que no acabaran con su ya clásica versión de “Helter Skelter”. Gonzalo Rodríguez

Kadavar Foto: Sergio Albert

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