Creo que Gernika es después de Bera, la localidad vasca con mayor densidad de músicos destacables en función de su limitada población. Entre ellos, Aitor Etxebarria (Gernika, 1985), que desde su irrupción como El_Txef_A (publicó varios Eps y dos álbumes en 2011 y 2014 de house envolvente y participó en el Sonar de Barcelona) a hoy, ha transitado por distintas zonas de la música, siempre con gran talento y personalidad, hasta desembocar en la composición "Gernika 85", presentada este día final de junio en el Palacio Euskalduna de Bilbao, junto a la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la coral Gaudeamus, de Gernika, y la percusionista escocesa Evelyn Glennie, colaboradora en grabaciones de Björk o Mark Knopfler.
Para todo vasco, y para cualquier individuo con un mínimo de sentido y sensibilidad, Gernika es mucho más que un punto del mapa más. Símbolo universal de paz, inspiración del genio Picasso y un link emocional con un pueblo que sufrió uno de los actos más horripilantes del que es capaz eso que llamamos ser humano, como es un bombardeo indiscriminado contra una población civil, y absolutamente indefensa e inocente.
Aitor Etxebarria, como hijo natural de Gernika y un talento innato y educado para la creación y la producción musical, en su más amplio espectro, es el hombre adecuado para la misión del homenaje en su 85 conmemoración. Aitor, desde que optó por recuperar su nombre de pila, no ha cejado en componer música grande, orgánica y experimental, acogido por la editorial del mítico sello Mute (el mismo de Nick Cave, Depeche Mode o Swans), recomponer para un concierto los sonidos cinemáticos y misteriosos de David Lynch con un quinteto de lujo, o encargarse de la banda sonora del documental "Gernika. Markak" de su compadre Hannot Mintegia (Audience, Moxal), publicado con motivo del 80 aniversario del bombardeo, que tuvo ocasión de presentar en directo en Nueva York, Berlín, Madrid o Gernika, y visto a día de hoy germen reconocido de lo que ahora escuchamos con emoción.
Cinco años después llega a este recital tan especial que comienza con el testimonio de unos pocos supervivientes de la barbarie, mujeres y hombres que ahora sobrepasan los 90 años, y que jugaban a las tabas, ajenos al horror que les acechaba, cuando estallaron las bombas en un hecho imborrable, el más tristemente imborrable de todas sus milagrosas vidas. Dichos testimonios se grabaron en 2018 y 2019, de hecho están expuestos en el Museo de la Paz de Gernika, en la muestra 'Bizitako bonbaketa. El bombardeo contado por las personas que lo vivieron', y aquí se nos ofrece en unas pantallas verticales colocadas a cada lado del gran escenario del Auditorio del Palacio Euskalduna.
Gran escenario que ocupa la Orquesta Sinfónica de Bilbao, bajo la dirección de Mikel Fernández, mientras Etxebarria se coloca con su piano y sus instrumentación electrónica a la izquierda, ahí se incluía un sintetizador Korg MS-20 y un Reaktor, instrumento virtual que producía la parte más ruidista, Evelyn se mueve por el otro lado con sus diversas percusiones, desde timbales a cuencos tibenanos que creaban vibraciones, campanas tubulares que martilleaba con suavidad, un vibráfono y un waterphone con su sonido atonal y etéreo, y el impresionante coro al fondo. Más de un centenar de músicos y cantantes en total. El peso cae en la Orquesta en una composición de unos 45 minutos (casi la hora en la totalidad del espectáculo). La música avanza en cuatro movimientos entre palabras y silencios, momentos de leve sinfonismo y sublimes sutilidades, texturas minimalistas, ritmos repetitivos y voces inquietantes y conmovedoras. Es música orquestada con puntos de experimentación que huye de lo pomposo, que conmueve sin recurrir a la épica de lo épico de la tragedia. La barbarie reconvertida en música bella y delicada. Aitor, queremos suponer, emocionado, orgulloso y satisfecho de un trabajo largo en el tiempo, complejo en su desarrollo, y felizmente rematado.
Entra las butacas del Euskaduna divisamos al lehendakari Iñigo Urkullu y al Consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, a quien también hemos visto otras veces en conciertos de músicos vascos. Seguramente la representación institucional sería bastante más amplia con una gran entrada en todo el Palacio de un público de lo más variopinto.
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