La última vez que vi en directo Garbage fue hace veintidós años, en junio de 2002. Fue en la misma sala, Razzmatazz, en Barcelona. Por aquellos días estaban presentando su tercer disco, “Beautiful Garbage”, una obra que llegó después de dos álbumes que les habían encumbrado en las listas musicales de buena parte del planeta. Ahora, en 2024 y tres años después de lanzar su séptimo trabajo, “No Gods No Masters”, volvían con todas las entradas agotadas desde hace tiempo, algo lógico a que, a día de hoy, Garbage se han convertido en la típica banda festivalera a la que resulta muy complicado ver en recintos pequeños o clubes. Por todo ello era una fecha especial para buena parte del público que no falló ni siquiera teniendo en cuenta la semifinal España-Francia de la Eurocopa de aquella misma noche.
La respuesta entusiasta del público fue inmediata tan pronto como las luces se encendieron y Shirley Manson tomó el micrófono para arremeter con "#1Crush". Para cuando llego "I Think I'm Paranoid" –tercer tema de la noche–, el público ya estaba rendido a sus pies. Manson mantiene todo el encanto y la esencia de sus inicios, danzando arriba y abajo del escenario con su magia oscura y al mismo tiempo deslumbrante. Se mostró además muy comunicativa entre tema y tema, algo a lo que la audiencia respondió muy bien –ahí quedó claro que buena parte era extranjera–. Aunque, obviamente, ella no es el único reclamo del directo de Garbage. No olvidemos que ahí está el batería y excelente productor Butch Vig de nuevo con ellos sobre el escenario, cosa rara en los últimos años.
Hubo lugar también para canciones como "Cherry Lips (Go Baby Go!)” –con Manson animando a la gente constantemente–, "Metal Heart” y "Bleed Like Me" –que dedicaron al público y a ellos mismos–, "Run Baby Run", "Wolves", "No Gods, No Masters”, una versión de "Cities Of Dust" de Siouxsie And The Banshees o esa "Why Do You Love Me", que aprovechan para, en la recta final, presentar a una banda que completan los guitarristas Duke Erikson y Steve Marker, así como la bajista de esta gira, Ginger Pooley, situada en un discreto segundo plano en el fondo del escenario, pero sólida a la hora de cumplir con su función. Todos ellos tuvieron resultaron ser piezas necesarias para que Garbage suenen en la forma en la que lo hacen, de ahí que tuvieran su protagonismo en "The Creeps"; cuando Shirley Manson se acerca a cada uno de ellos para cantar el estribillo.
Al margen de los parlamentos de Shirley, también hubo momentos de intimidad compartida como cuando interpretaron "The Trick Is To Keep Breathing". Pero es evidente que Garbage funcionan mucho mejor cuando encaran sus hits rompepistas. Ahí consiguen que la sala completa no deje de saltar y cantar. Quedó claro con algunas de las más celebradas y coreadas "Stupid Girl" o "Vow", así como con todos los grandes éxitos que llegaron en la parte final –y de los que no se dejaron ninguno–, a saber: "When I Grow Up", "Push It" y, ya en los bises, "Milk" y "Only Happy When It Rains", con Shirley subida a la plataforma de batería de su compañero Butch.
Se despidieron emocionados del público, prometiéndonos que habrá un nuevo álbum en breve y que volverán aquí para presentarlo nuevamente. Y que vuelva a ser en sala, para que así podamos disfrutar de otro concierto maravilloso, épico y tan especial como el que nos ofrecieron esa noche en Barcelona.
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