Poco parece importar que “People Who Aren't There Anymore” (4AD, 04) sea, seguramente, el disco más prescindible (dada cierta inercia y la evaporación del efecto sorpresa) de todos los publicados por Future Islands desde que el foco cayese en vertical sobre ellos gracias al descomunal “Singles” (4AD, 14). Porque, en realidad, lo del cuarteto en directo sigue ruta independiente, marcando un músculo sobre el escenario que, a estas alturas, luce como garantía. Por eso, no es de extrañar que el grupo agotase todas las entradas de su gira peninsular, tanto en Madrid (con una abarrotada Sala La Riviera) como al día siguiente en Barcelona.
Tras el buen sabor de boca dejado por ese (apropiado) aperitivo concretado en la actuación de la maltesa Joon y su synth-pop de aspecto ochentero, llegaba el turno definitivo de los de Baltimore. Future Islands tomaban un escenario despejado en su mayor parte, con Gerrit Welmers, William Cashion y Michael Lowry en semicírculo y asumiendo un papel tan impecable en ejecución como discreto en posicionamiento. El rol de actor principal (y también la práctica totalidad del escenario) queda reservado en exclusiva para Samuel T. Herring, ese tipo de aspecto estrictamente normal (casi anodino) que, al contacto con las tablas, muta en animal escénico manejando al público con sus movimientos.
El vocalista se violenta con aspavientos, golpes en el pecho, contoneos y posturas varias, tirando de teatralidad y pose arty hasta que el carisma empieza a brotar a borbotones, mientras todo el grupo prende al amparo de ese hábitat incomparable que es el directo. Es así como, ante una audiencia especialmente entregada, canciones del nuevo álbum como “The Tower”, “King Of Sweden”, “Say Goodbye”, “Iris” o “The Thief” resultan ampliamente potenciadas y ganan en pegada. Entre la secuencia mayoritaria de temas nuevos se cuelan clásicos como “Balance”, “Seasons (Waiting On You)” (soltada en los primeros compases del espectáculo y recibida con honores de himno), “Plastic Beach”, “A Dream Of You And Me” o “Ancient Water”.
Un concierto volcado sin disimulo sobre la presencia hipnótica e inconmensurable de Herring, además de remachado desde el plano secundario por músicos impecables. Future Islands completaron, en definitiva, un concierto magnífico trazado entre synth-pop, indie-pop y new wave. Una mixtura pasada por un tamiz único que deriva en arrasadora ejecución durante la que las propias peculiaridades son realzadas con brutal intensidad, hasta certificar uno de esos triunfos extendido desde el inicio (“The Sickness”) hasta el mismo final (con la emotiva “Little Dreamer”) y despachado con arrolladora personalidad.
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