Alguien tiene que decirlo y voy a ser yo: La nostalgia es el peor enemigo de cualquier expresión artística. Además cuando estamos hablando de música esta máxima me resulta todavía más sangrante. Y no es que el concierto de ayer fuera malo. No es eso. El sonido impecable y la banda, pese a haber perdido bastante de la garra y el groove de antaño, se mostró tan elegante como correcta. Pero tener que luchar contra tu propio recuerdo magnificado con lo años, no es una batalla de la que puedas salir airoso y máxime, si durante casi una década, has naufragado o te has conformado en mantenerte simplemente a flote. Y eso es en el caso de Huey y sus compinches es una realidad tan sangrante como lo fue también para bandas como Living Colour o Jane’s Addiction a las que les fue imposible digerir y mantener la atención de los focos. Por todo ello la de anoche fue la típica jornada en la que los asistentes, ya talluditos, recordaban tiempos pretéritos en los que la banda había llenado a reventar la misma sala en la que ahora a penas unas cuatrocientas personas se deleitaban cuando sonaban clásicos como “Scooby Snacks” “King Of New York”, “Love Unlimited” o se iban contentos a casa ante esa recta final en los bises con “We Have All The Time In The World” y esa declaración de principios que es “The Fun Lovin’ Criminals”. Entrañable pero en total fuera de juego.
Qué suerte tienes que vas a conciertos de mayor calidad y de llenos absolutos en Barcelona!
La próxima vez que vayas a alguno con mejor ejecución, repertorio y conexión con el público, avisa! Que te acompañaré para cerciorarme de que estamos viendo lo mismo 😉