Parece mentira, pero ya han pasado casi 15 años desde que la banda de Glasgow irrumpió en nuestras vidas y enloqueció al personal con su homónimo debut. Un álbum cargado de temas que no han perdido fuelle y que, a día de hoy, siguen revolucionando pistas de baile y salas de conciertos. Franz Ferdinand son más que conscientes de su arsenal de éxitos y, cinco discos más tarde, saben cómo conjugarlos cada noche con "Always Ascending", un presente que viven como un reinicio.
Hasta tal punto que a su paso por Madrid renunciaron a recintos grandes y optaron por acortar distancias con unas 2.000 almas en La Riviera, en lo que pareció –en su gran mayoría– una reunión de la promoción del 2004. A excepción de los dos nuevos miembros del grupo, pues el sábado se presentaban en sala –después de varios festivales– Julian Corrie y Dino Bardot, quienes junto a Paul Thomson, Bob Hardy y Alex Kapranos arrancaron la velada con el tema que abre y da título a su más reciente trabajo.
Fue toda una declaración de intenciones, porque la confianza en el nuevo material es total –ocho de la decena de novedades– y el propio concierto iría en ascenso. Y es que "The Dark of the Matinee" se impregnó del bailable pero más bien liviano disco de "Always Ascending" y redujo revoluciones, costumbre que ha adquirido la banda en sus últimas visitas festivaleras, pero no perdió su efectividad. Lo mismo ocurriría con "No You Girls" y "Walk Away", sendos viajes al pasado que el honorable coreó (y grabó) a placer.
En el escenario, bajo un magnífico juego de luces y frente a unas sencillas pantallas, una figura alargada enfundada en un elegante traje negro y con peinado lynchiano saboreaba cada palabra. Alex Kapranos es un fantástico frontman de voz y mirada seductora, que nos convenció de que "Glimpse of Love" y "Paper Cages" son más que dignas herederas de su sonido. Un carismático bailarín de los ochenta de "Feel the love go" y un irresistible crooner con la bella "The Academy Award".
En torno a las diez de la noche sonó "Do You Want To", cambió la suerte (“You’re so lucky”) y las viejas conocidas recuperaron su nervio habitual. La locura se apropió de la pista entre saltos y cánticos, que no cesaron con las incontrolables cuerdas de Michael y, menos aún, con el auténtico e infalible himno de Kapranos y cía., "Take Me Out", con cuatro guitarristas en primera línea de batalla sobre las tablas. Jacqueline no sonó en Madrid, pero se lo pueden permitir; con dos únicas incursiones a sus lanzamientos intermedios, todavía encadenaron "Sweet Love Illumination" y "Ulysses" antes de tomarse un (merecido) descanso.
Siguieron demostrando su fe en "Always Ascending" guardándose para los bises y "Lazy Boy" y "Huck and Jim", otros dos nuevos ejemplos de la maña que tiene Franz Ferdinand para romper y retorcer ritmos y mantener a todo el mundo alerta. Alternándolas con The Fallen y el incendio final que tiñó de rojo la escena, "This Fire" mostraron su habilidad para equilibrar éxitos y muchas novedades para constatar ese renacimiento que han buscado. Y que, a pesar de los saltos que puedan pegar sus composiciones, ellos ascienden a una velocidad constante.
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