Fleet Foxes, brillantes de principio a fin
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Fleet Foxes, brillantes de principio a fin

9 / 10
Ana S. Resalt — 26-11-2011
Empresa — Festival de Jazz de CArtagena
Sala — Auditorio El Batel
Fotografía — Pablo Sánchez del Valle

El Festival Internacional de Jazz de Cartagena cerraba ayer su XXXI edición igual que comenzó: con música que no tiene prácticamente nada que ver con el jazz. Durante este mes de noviembre han pasado por los escenarios cartagineses artistas como Wanda Jackson, Ryuichi Sakamoto Trio o Pat Metheny. Pero sin duda, los más esperados este año eran Fleet Foxes.
Puntuales subieron al escenario los teloneros Vetiver. Una pena que el ansia por ver y escuchar a  Fleet Foxes hiciera que algunas personas (destacando a los que tenía en la fila de detrás) estuviera de charla a volumen 100, gritando “¿Y cuándo viene el grupo bueno?”, mientras se perdían (y nos hacían perdernos a los demás) las buenas melodías folk de una banda en ocasiones algo subestimada.

Por fin suben al escenario Fleet Foxes. El amplio escenario del nuevo auditorio de Cartagena, frente al puerto, con sus gradas y paredes acristaladas, hizo que, por un instante, les resultaba algo “loco” encontrarse allí, y no sólo porque estaban tocando en un festival de jazz cuando la crítica ya los ha bautizado con eso del indie-folk americano y los ha emparentado con gente como Crosby, Still and Nash, o sus coetáneos Band of Horses.
No hubo nada nuevo en su repertorio, ni en su actuación. Y nada nuevo quiere decir que estuvieron tan extraordinarios como dicen casi todos los que los han visto, y como se ve en todos los vídeos de youtube en directo: voz sin prácticamente fallos de Robin Pecknold, coros perfectos y un sonido brillante y mucho más contundente, lleno de matices, que suele acabar en crescendos de cuerdas con bombos muy marcados. En directo, las teóricas diferencias entre sus discos se diluyen y todo suena fluido, continuo. La iluminación tenue (a excepción de unos espantosos focos blancos al fondo del escenario que nos cegaban cada dos por tres), las proyecciones de fondo en suaves colores tierra y blancos y negros, y el ritual de unos segundos de espera entre canciones (mientras cambiaban de guitarra, afinaban o lo que fuera que hicieran) contribuían a crear una atmósfera extrañamente cálida. Su música es como ese cuadro de Bruegel el Viejo que utilizan en la portada del primer disco: lo ves de lejos y te parece una mancha de colores marrones y albero, pero si te fijas bien puedes distinguir cientos de pequeños detalles. Abrieron la noche con la instrumental “The Cascade” y no hicieron esperar el primero de sus grandes temas: “Mykonos”. “Sim sala bim” y, sobre todo, “The protector” y “White Winter Hymnal” hicieron al público intentar sus primeros bailes “ensillados” (es lo que tiene estar sentado en un concierto). En “Montemuza” se hace patente el poder de la voz Pecknold, solo con su guitarra, acompañado por los siempre magistrales coros. La más aplaudida y coreada, como no, fue “He doesn’t know why”. Y en algunos intermedios, en homenaje a la teórica temática del festival, un poco de cadencia jazz a cargo de Josh Tillman a la batería y Casey Wescott al teclado. El bis comenzó con un solitario Pecknold a la guitarra en “I let you” para cerrar con una épica “Helplessness blues”. Resumiendo: fantástico cierre sin jazz para el festival de jazz con unos Fleet Foxes brillantes de principio a fin.

4 comentarios
  1. Tuve la enorme suerte de verlos la semana pasada en Bologna y me fliparon incluso más en directo. Grandes!

  2. Bueno, el folk de Vetiver... es cuestionable. Ampliamente. Y no soy de los del volumen al 100%.

  3. mal escrito no, lo siguiente

  4. Totalmente de acuerdo con esta crítica.

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