La última vez que vi a los Flamin' Groovies en directo los acompañó en el tramo final su cantante original, el añorado Roy Loney. Aquella fue una noche especial en Donosti. Experimentamos muchísima excitación por volver a escuchar aquellas canciones cantadas, después de tantísimos años, por quien las parió. Pocos años después Loney fallecía y la vida seguía. Y es que a los Groovies les ha gustado siempre visitar nuestra península y sentir la vibración de la peña cuando le entran al "Shake Some Action", por poner el ejemplo más evidente, y esta vez no fue diferente. Porque su actual líder (y miembro original) Cyril Jordan le pone muchas ganas y acumula bastante pericia como para, en días buenos y adecuada compañía, levantar un concierto en base, sobre todo, a su repertorio setentero.
Y eso mismo se marcó el grupo en la sala Azkena, un bolo entusiasta casi todo el rato, con un comienzo algo incierto y unas constantes afinaciones de guitarra, pero con un mayor número de momentos brillantes que la anterior vez, pilotando su oficio en base a la respuesta que le devolvía su público. Fue inteligente arrancar con un oscuro single del 87 con pegada ("Way over my Head"), unirlo al festivo "Around and Around" de Chuck Berry y de seguido darle al eterno arpegio de querencia Beatleiana "You Tore me Down". Buen arranque. Una banda compacta y unos coros (importante) que estaban en su sitio y que cumplieron de sobra su función. Más puños en alto con "Yes It's True" o "First Plane Home", aunque nunca tantos como en la celebérrima "Shake Some Actrion", que en su irresistible estribillo puso a parte del público a saltar.
Se escuchó a algún fan pedir "Headin' for the Texas Border", y aunque tal golosina no cayó en nuestro gaznate, sí que en la parte final tocaron alguna de la época de Loney como la coreada "Teenage Head", cantada por el guitarrista Chris Von Sneidern (Paul Collins) o la molona "Yesterday's Numbers", entonada con convicción entre Von Sneidern y el batería Tony Sales. Sorprendió pero encajó el rock de "Way Down Under" (de una compilación de su época ochentera) y a este le siguió el final, con una "Slow Death" que sonó pletórica y que volvió a demostrar una vez más porqué estos tíos fueron medio precursores del punk.
Se despidieron pero volvieron para el bis compuesto de la rareza "Step Up" junto a la resultona "Don't Put me On", de 1978, dejando a la peña satisfecha aunque con ganas de más, y es que una vez que pruebas a los Groovies ya no quieres ni puedes dejarlos.
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