Sol, playa, música independiente y veinticinco mil personas. Eso es el Festival Independiente de Benicàssim, un evento que ha conseguido aquello que otros llevan años intentando: atraer al público sin que el cartel sea lo más importante. Vamos, que todos habíamos visto en infinidad de ocasiones a Blur, Suede, Massive Attack y, aún así, allí estuvimos… de nuevo.
Viernes 6
Abrieron el festival los extraños y entrañables Freses. Siguieron The Little Rabbits que, una vez superados el acongojo y el mal sonido, dieron otro memorable concierto. Iluminados cambiaron de nombre y de estilo. Salako redujeron matices y puntos respecto al vinilo. Después, Sara (Black Box Recorder) tardó tres minutos en meterse al público en el bolsillo. Inglaterra la (los) hizo. Viva Inglaterra. Y llego el torbellino, el revuelo y lo mejor del día: Bis, tres saltimbanquis a lo B-52’s más punks y desenfadados. Ni pararon ni dejaron parar. El primer acorde de Baked Beans anunciaba la hora de cenar y coger fuerzas para ver a unos Gigolo Aunts en estado de gracia versioneando «Chica De Ayer». Australian Blonde 0, Innerzone Orchesta 10. Los norteños volvieron a protagonizar otro show sobrado en desequilibrios y que, para nada, demostró que los chicos acaban de editar su mejor largo. Por eso, una vez enfrentados al Sr. Carl Graig y su oscuro free house, no había quien se largase. Qué maravilla. Mercury Rev, como en su reciente gira, dieron forma a una actuación que de puro serio acaba por dormir los sentidos, acallar el fervor y cercenar cualquier atisbo de inquietud tanto encima como frente al escenario. Ahora, al contrario que en el pasado, les preferimos en disco. Mientras, 4 Hero decepcionaban también complicándose poquito la existencia pinchando cuatro discos y fuera. Fantastic Plastic Machine se olvidó de su pomposo, pero efectivo estilo y dio lo que el público quería: juerga pura y dura; como la que se metió entre pecho y espalda el vocalista de Ocean Colour Scene antes y durante el concierto, olvidándose de que esa noche tenían que presentar algunos cortes de su nuevo álbum. Así les salió la actuación. Lamentable el espectáculo que dieron Blur. ¿Cuántos van ya? ¿Cinco años tirando de «Parklife»? Y es que mantener, sobre un escenario, la coherencia de un álbum tan huidizo como «13» no debe ser fácil, sólo que ¿entonces porque esos bises de cara a la galería? Decepcionante. Rinôçerôse, en formato banda, intentaron ir más allá de lo presentado años atrás, consiguiéndolo solo a medias.
Sábado 7
Empezar la tarde, la nuestra, con Snowpony no es mala idea. Y es que nunca es tarde para enfrentarse a una banda formada por ex miembros de My Bloody Valentine, Stereolab y Quickspace, y avalada por el mismísimo John McEntire. El resultado, pues unos My Bloody Valentine que dudan entre Curve, Garbage y Laika. Dignos. Arab Strab no pegaban en la puta carpa pero, aún así, protagonizaron un gran concierto. Dark Star, ex Levitation ellos, sonaron potentes pero con una propuesta algo manoseada (esos ochenta). Bogusflow, a su rollo, muy alternativos ellos. Luego Sr. Chinarro dieron un concierto... decente (nuevamente, atril para Luque) presentando su nuevo disco. Travis, excesivamente acústicos, hicieron de meras comparsas radioheaderas para unos Deus que, sonido horroroso aparte, fueron como tenían que haber sido Mercury Rev el día anterior: enormes, llenos de riesgo, ácidos y locos. The Charlatans presentaban nuevo álbum –multinacional, eso sí-, aunque fuese con el mismo concierto de siempre. Los clásicos, los tópicos y las limitaciones de siempre, con un Tim Burguess que, ni aún así, se niega a dejar su bravuconería a un lado. Mientras, en la carpa se vivía uno de los momentos más mágicos del festival. Uno de esos jodidos momentos en los que todo vale la pena y en los que pasas, ininterrumpidamente, hora y media bailando. Lo protagonizarían Les Rythmes Digitales. No hay palabras para describirlo (lo estropearía): el concierto del año. En cuanto a Suede, protagonizarían uno de los conciertos de la noche a pesar de que la actuación apenas sobrepasase el aprobado. Eso sí, se traicionaron a si mismos –y no a nosotros- cuando no les costó lo más mínimo acudir a los grandes éxitos del pasado. En cuanto a defender «Head Music» con tal aplomo, se salvó «She’s In Fashion», pero lo de «Elephant Man» rozó la parodia. Más tarde, esos habituales del festival que responden al nombre de Chemical Brothers apuntaban un concierto majestuoso que, a la primera de cambio, se quedó en mero intento, a pesar suyo eso sí. Varios parones por cuestiones técnicas, dejaron en casi nada una actuación que empezaba a dar cancha a la histeria colectiva a base de esos hits desmesurados que son «Block Rockin’ Beats» o «Hey Boy Hey Girl». Hasta el año que viene.
Domingo 8
El tercer día pasábamos de unos correctos y reformados Libs a platos fuertes del calibre de Dominique A (oscuro como nunca), The Delgados (mejor en disco) y Hefner que, al incorporar nuevo componente, mejoraron sustancialmente los conciertos ofrecidos a principios de año. Simpáticos. Niños Mutantes siguen las enseñanzas de Black Francis nuestro señor. Cinerama protagonizaron un gran concierto, olvidándose de su glorioso pasado en Wedding Present y acercándose al techno pop con profesionalidad. Dauerfisch, raros y divertidos de verdad, daban paso a un Jimi Tenor en estado de gracia. «My Mind Is An Open Book For You Honey» ¿Quién no puede derretirse ante tales susurros? Take me, Jimi. El príncipe ha muerto. Viva Jimi. En cuanto a Automatics, años atrás emulaban a Jesus And Mary Chain, poco después a los propios Charlatans y ahora, por lo que parece, empiezan a dar con su personalidad. De todos modos, su actuación apenas tuvo minutos de brillo. Mientras, Jon Spencer se rompía a gritar en plena rueda de prensa anunciando «Acme Plus», setenta minutos grabados en los Dub Narcotic Studios en los que se reinterpreta su anterior disco en clave dancehall. Sobre el escenario, una nueva hora y media sin respiro del ex Pussy Galore y sus muchachos. Rock’n’roll crudo y con más astillas que un bastón quebrado, el espíritu de James Brown royéndole las entrañas y un show que no por conocido pierde efectividad. Un acto de puro vandalismo. Bonito espectáculo el de los británicos Massive Attack. No cabe duda de que, al igual que Björk, saben rodearse de gente competente: equipo de luces capaz de crear diversos ambientes, músicos de lo más profesional (la mitad del tiempo no había ningún componente de Massive Attack sobre el escenario) y colaboradores de lujo (Horace Andy). Total, que nadie echó en falta la presencia de Mushroom. En cuanto a Dj Shadow, sin tener en cuenta ese cambio de Technics a media actuación, protagonizó una sesión dinámica que, partiendo del hip hop abstracto que le ha hecho famoso, acabó en un despilfarro de breakbeat y pequeñas dosis de electro, permitiéndose por el camino unos veinte minutos de rap independiente estadounidense. Por si fuera poco, se convirtió en el primer Dj con groupies sobre el escenario. Otro año será.
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