Pintoresco fin de semana de agosto en una zona turística de la Costa Daurada donde guiris, jóvenes —y no tan jóvenes— y residentes, nos hemos mezclado a lo largo del paseo marítimo de la playa de Coma-Ruga (El Vendrell, Tarragona). Y es que la tercera edición del Festiuet se ha celebrado en pleno mes de agosto en dicho lugar, después de ser trasladado desde Valls.
El viernes se presentaba como el entreno —eso sí, a lo bestia— del día grande, el sábado. Sin embargo, los artistas de la primera jornada no dejaron para nada indiferente a un público entregado en todo momento. Lo peor para los asistentes fue tener que esperar a pleno sol, a más de 30ºC y durante hora y pico e incluso dos para proceder al intercambio de abonos por pulseras. Después de ese pequeño contratiempo nos dimos cuenta de que la acampada básica se encontraba a kilómetro y medio del escenario, unos 20 minutos andando, a los cuales se les sumaban los malabares y fintas a guiris en el concurrido paseo marítimo. Pero vayamos a lo que importa: los conciertos.
Levantó el telón Lildami con su crew para dar de nuevo un golpe sobre la mesa y dejar claro que el trap en catalán lo firma él. Siguieron Bemba Saoco, con un directo potente de sonidos caribeños que casaban a la perfección con el calor inhumano y sin sombras del momento. A medida que caía el sol, el ambiente empezaba a calentarse más allá de los grados: estaba a punto de saltar Lágrimas de Sangre al escenario y el tapón en la entrada del recinto auguraba el primer concierto más multitudinario de la noche. “Si alguna vez nos fuimos” abrió el show, como de costumbre en las presentaciones de “Vértigo” (Vértigo Records, 19), y a partir de ésta repasaron su último retoño. Es genial ver cómo las nuevas generaciones se comprometen con el rap combativo y se mezclan con seguidores de los primeros trabajos. A parte de las más míticas de la banda, destacamos la fuerza del directo de “Blanc Wu-Tank”.
Minutos después de apagarse las luces fue el turno de Els Catarres, una apuesta segura para el baile masivo con un toque romántico que pocas veces falla en los festivales y fiestas catalanes. El trío, acompañado de sus músicos de directo, pudo hacer bailar al público con “Tots els meus principis” (Global,18). Aún así, “Rock’n’Roll”, “Tokio”, “Invencibles” y un final de fiesta al más puro estilo Catarres: “Jenifer” y su “Vola amb mi”, nos trasladaron a los primeros años de la banda. La siguiente hora fue para Zoo. Los trallazos de electrónica se empezaron a sentir en la arena de Coma-Ruga: “El cap per avall”, “Ara estem sols”, “Imperfeccions”… hasta llegar a “Rituales de Santería”, lo más nuevo del directo de este año. Los valencianos están en la recta final de la temporada, que acabará con un descanso más que merecido después de varios años en la carretera. A recargar pilas para, esperemos, nuevo material.
El siguiente ticket lo tenían Buhos, que salieron al escenario con confeti y muchas ganas de calentar al público. Tiraron de la baza de los piques entre pueblos aledaños y aprovecharon para hacer un simpático "estudio sociológico", como ellos mismos lo llamaron, para ver qué vecinos hacían más ruido. Interactuaron bastante con la pista y el sonido no fue del todo limpio en ocasiones. Pese a ello, se han convertido, a base de aparecer en numerosos festivales con el estilo de "mestizaje alternativo" de moda, en un grupo indispensable para muchos jóvenes catalanes.
Auxili
Cabe destacar que el tiempo de espera entre un concierto y otro no se nos hizo para nada largo, a pesar de contar con un solo escenario no se echó de menos un segundo. Una de las bandas que capitanearon la noche del viernes fue Auxili. Entrada ya la madrugada, los de Ontinyent saltaron al escenario, a la vez que decenas de globos, de los colores rastafari —y de Auxili—, volaban por encima del público. Punto en contra, recordemos que estábamos en la playa y al día siguiente los restos de plástico estallados seguían ahí. A pesar de ese aspecto, la energía y el sonido fresco del reggae de los valencianos vibraron por Coma-Ruga. Destaparon el setlist con saltos y bailes, siendo imitados por sus seguidores, quienes agradecieron con una gran ovación la entrada al escenario de Panxo (Zoo), para cantar “Com Camot”. “L’ona” nos dejó una coreografía entre los cantantes con la cual vimos, si quedaba alguna duda, lo bien que se lo pasan en el escenario. Aspecto clave que contagian a los de abajo, quienes se unieron a la fiesta para revisar “Tresors” (PPF!,18), “Instants Cremant” (PPF!, 16) y “Dolç Atac” (2013). Sesenta minutos que dieron para mucho y, con ellos, nos retiramos a recargar las pilas para el día siguiente.
El sábado a las 17:00h empezaba La Otra. La crema solar le quitó el protagonismo a las cervezas y kalimotxos como complemento estrella de la tarde. Y es que la sensación térmica era de 36ºC y ni una sombra en la arena nos salvó de ellos. Por suerte, nos olvidamos un ratito de las quemaduras solares para disfrutar con los versos de la cantautora madrileña. Defendió temas con la banda y temas ella sola, pero la verdad fue que el aura de complicidad que creó con los centenares de personas que nos acercamos a primera hora se mantuvo durante todo el concierto. Una voz cálida unida a la potencia de los versos que recita y al desparpajo de quien la lleva en la garganta, dio como resultado 50 minutos de arte y fuerza. Y si quedaba alguna duda de que nos acabó dando igual el calor, “Contigo” y con “La Otra” se esfumaron.
Mafalda
Nos preparamos para Mafalda y con esta empezó a llegar progresivamente más público. El rif de “Las que faltaron” dió el pistoletazo de salida a los minutos de la banda valenciana. Lo cierto fue que en algunos momentos puntuales les patinó el sonido y el difícil puzzle que supone la unión de las tres voces no llegó a lo esperado. Aun así, el show fue de menos a más y la mezcla de temas del último “Palabras forman caos” (2018) con trabajos más antiguos culminó con los puños en alto del público para “En Guerra”. No faltaron los reclamos feministas ni el llamamiento a quienes programan los festivales para que la presencia femenina en los carteles sea real y no un simple lavado de cara. Las altas temperaturas pasaron factura a los que llevábamos horas ya en la arena y tuvimos que ir a buscar las pocas sombras que asomaban de vallas y barras. Unas sombras reales y alguna fuente de agua potable en el recinto no hubieran estado de más.
Llegaba la noche y el nivel del cartel no daba tregua alguna. Era el momento de la despedida de Berri Txarrak, recordemos que al acabar la gira de este año la fábrica de rock navarra cierra indefinidamente. Llevan varios meses dejando huella por cada escenario al que se suben y, en el caso del Festiuet, el trío se curró un impoluto adiós para el recuerdo. Estuvieron “Spoiler!”, “Oreka”, “Katedral Bat”… pero también se unió a la fiesta Pepo, de Desakato, para ponerse en la piel de Tim Mcilrath (Rise Against) en “Denak ez du balio”. Berri Txarrak lo hicieron fácil, pasional y, por si fuera poco, simpático. Este último aspecto lo cubrió Gorka Urbizu con el gesto de parlotear en catalán prácticamente cada vez que se dirigía a su público. Hasta para presentar alguna de sus canciones tradujo el título, entre risas, como en el caso de “Zaldi Zauritua” por “Cavall ferit”. Pero la guinda final la puso “Sols el poble salva el poble”. Todo ello con la directa e inevitable respuesta en forma de ovación por parte del público del Festiuet. Este mismo público no se movió ni un ápice para poder recibir a Boikot, los siguientes del cartel. Salieron como llevamos viendo estos últimos años: con confeti, fuego y muchas luces. Optaron por empezar fuertes: “Inés” y “Sin tiempo para respirar”, para seguidamente dar paso al último tema nuevo de la banda “Lloraré”, precedido por la presentación de Julio Maloa (ex-la Raíz y actual Nativa). La verdad es que el directo de Boikot se basa en devorar temas míticos y atemporales del rock estatal. “Hasta Siempre”, “Skalasnikov” y así siguiendo hasta “Hablarán las calles”. Una fiesta para los de la pista y un rato realmente divertido, sin dejar de lado el lado combativo.
Desakato
Pasada ya la medianoche Desakato cogían el relevo. Potencia y complicidad, las palabras clave para el show de los asturianos. Estuvo presente “Antártida”, el último EP lanzado el año pasado, que se fusionó como si fuera un trabajo de siempre con los clásicos de la banda “La Tormenta”, “Cuando salga el sol” o “Pánico en Frankfurt”. Y como buenos seguidores, los de la arena animaban a Pepo a que se tirase al público, ya una costumbre. Insistencia que tuvo sus frutos e incluso fueron dos las veces que el frontman nadó entre el público. Del punk rock astur pasamos al folk de espíritu punk de los catalanes Ebri Knight. A pesar del contratiempo de no contar con el batería habitual, baja por lesión, protagonizaron un concierto más que a la altura de lo que llevaba siendo la noche: un completo frenesí. Empezaron con “Carnaval”, del mismo modo que abren su último larga duración “Guerrilla” (Maldito, 18). De este sonaron varias, que se unieron a “Campesino”, “La línia del front” i “Viurem lliures”. Pero la novedad de la noche fue poder escuchar en directo los temas del EP que vió la luz esta primavera “La voz dormida” (Maldito, 19). Casi a las cuatro de la madrugada entraban en escena Tribade, el grupo de rap más sorprendente del último año. Lo hacían debajo de túnicas que luego volaron para dejar de lado más que una simple tela: era el presagio de que no iban a callar ni ocultar ninguna de las verdades que rapearían a continuación. Agresividad y combate a través de tres micros clavaron el feminismo —el real, no el de las redes sociales y los grandes medios— de “Las Desheredadas” (PPF!, 19) en la arena del Festiuet.
Tribade
La verdad es que el cartel prometía y el nuevo emplazamiento también. Los artistas dejaron el listón más que alto, ya fuera a 25 o a 35 grados al sol. Sin embargo, los aspectos extra musicales de la organización (personal de barras, aguas, sombras, acampadas…) dejaron eclipsada en varias ocasiones la calidad artística de un festival pequeño que podría haber sido mucho más matón de lo que al final fue. A pesar de ello, esperemos que este joven evento pueda repetirse muchos años más en la playa de Coma-Ruga y que los visitantes sigan con el civismo y saber estar de este año.
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