Lo de Fermin Muguruza y su reinvención constante suena ya a tópico manido. Pero es lo que estaba en boca de todos el sábado pasado cuando mediaba su concierto con The Suicide of Western Culture en Santiago. Referente del rock radical vasco con Kortatu primero y con Negu Gorriak después, Fermin ha tocado ya casi todos los palos: rock, ska, dub, hip hop, funk, soul, ritmos latinos... Y ahora, electrónica. Por eso, quizás para los que acudieron a la sala Capitol nostálgicos de punk, la sorpresa fue máxima, aunque era en realidad lo más fácil de imaginar de un músico que vive en el país de la Reina Roja, donde hay que correr lo más rápido posible solo para permanecer donde estás. "Si alguien se pensaba que mi evolución había terminado, estaba equivocado", afirmó al inicio de esta gira, a la que únicamente le quedan dos fechas: el 3 de junio en Barcelona y el 16 en Donostia.
La electrónica del dúo barcelonés The Suicide of Western Culture no es, además, una electrónica cualquiera. Electrónica industrial parece el estilo propicio para momentos de letargo social en los que Muguruza sigue reivindicando la lucha de clases y el combate al poder desde una visión internacionalista.Su nuevo y ambicioso trabajo, B-Map 1917 + 100, que cartografía buena parte de los conflictos mundiales en el centenario de la Revolución Rusa, puede costar de primeras, pero en cuanto se le pilla el punto es tan adictivo como energizante.
El recital empezó con el grito de 'Barcelona antifeixista' (Barcelona / Sant Andreu), en una puesta en escena marcada por la proyección de los vídeos preparados para cada tema. Unas imágenes con gran carga visual que, sin embargo, tuvieron por ratos el efecto de restarle fuerza a la interpretación de los artistas. El recorrido geopolítico siguió por Beirut / Never Dies, Belfast / Zuhaitzak, Bogotá / Dantza Pauso Bat, Belgrad / Hiri Zuria y Buenos Aires / Gernika Jai Alai. Ya metidos en faena, ante un público que se debatía entre la entrega y el desconcierto, Fermín tuvo unas palabras en homenaje para el recién fallecido Ramón Chao, periodista y escritor chairego y padre de Manu Chao. El irundarra jaleó a las masas (mermadas por el circo futbolero), 'estreleira' en mano, con el 'Galicia ceibe, poder popular', lema algo rancio que pronunciado por él recobra los ecos de un pasado 'guerrilleiro'.
Y entonces vino Itxoiten de Negu Gorriak y también El estado de las cosas y Zu Atrapatu Arte de Kortatu, junto a las restantes canciones del nuevo álbum: Bilbao / Manifestazioa, Baton Rouge / Black is Beltza, Brazzaville / Egun on Kinshasa y el gran hit que es el dedicado al Berlín de Ulrike Meinhof. Todo ello, salpicado de críticas a la censura con el rapero Valtonyc como metáfora de la represión. Justo (vaya!) un día antes de que la Guardia Civil identificase a Evaristo, ex de La Polla Records. Y mientras, Muguruza corriendo lo más rápido posible para continuar donde siempre ha estado: haciendo la revolución.
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