"Andreuenc" voluntarioso

Sant Andreu es un antiguo pueblo situado al norte de Barcelona que fue anexionado cuando la ciudad inició su imparable proceso de expansión. Aun así, al igual que otros barrios de la ciudad como Gracia, Sant Andreu ha mantenido parte de su encanto y cierto orgullo diferenciador con respecto a la gente de Barcelona. Muchos, sobre todo los que vivimos desde hace décadas en el barrio, sabemos que es uno de los secretos mejor guardados de la ciudad y rezamos para que el proceso de “guirificación” turística no nos alcance, mientras vemos las barbas del vecino Poble Nou cada vez más rasuradas.

Todo esto viene a cuento porque Sant Andreu siempre ha tenido un tejido vecinal y social muy activo que, a día de hoy, se expresa alrededor de lo que sucede en su Biblioteca, la antigua Fábrica Fabra i Coats y las nuevas instalaciones del Ateneu l’Harmonia, auténtico catalizador del barrio con su oferta de talleres y sus actividades culturales. Dentro de esa misma oferta uno de los eventos más destacados, desde que iniciaron su nueva andadura, fue sin duda el que se desarrolló el pasado sábado con la presencia de Fermín Muguruza y Chalart 58 en un concierto que tenía las localidades agotadas desde el mismo día de su puesta a la venta a precios muy populares. Y ¿qué es lo que une al cantante vasco con el barrio para que se preste a actuar lejos de los circuitos habituales?. Pues resulta que desde hace semanas Muguruza está viviendo en Sant Andreu porque participa de un proyecto creativo en el centro cultural Fabra i Coats con la colaboración del omnipresente Raül Fernández Refree. Y vaya, que Fermín está tan contento en su nuevo barrio que se ha puesto a estudiar catalán y se ha sumado a la causa de reivincar Sant Andreu como pueblo diferenciado de la gran urbe asimiladora. Una forma de integración que le ha grangeado las simpatías del vecindario al que ha querido corresponder con este concierto junto a Chalart 58 presentando su trabajo conjunto “Black Is Beltza”.

Puestos en situación cabe decir que la sala presentaba un lleno confortable, sin apretujones innecesarios, cuando Fermín saltó al pequeño escenario de la tercera planta del Ateneu, arropado por Chalart 58, es decir Gerard Casajús, su compañera en los extintos La Kinky Beat, Matah a las voces, Josep Blanes al trombón y el pintor Quim Moya que se enfrentaría a un lienzo en blanco mientras el resto ponía la música. Un concierto algo titubeante que tardó en conectar y que se mostró descompensado en los primeros temas, con un Muguruza voluntarioso, muy esforzado por integrarse al ritmo sincopado de las bases dub electrónicas que soltaba Chalart 58 con sus múltiples aparejos. Por momentos parecía que se trataba más de un ensayo con público ante los próximos compromisos digamos más serios a los que van a enfrentarse en breve como el Festival Estrenes de Girona. De hecho no fue hasta que apareció la versión de “La negra flor” de Radio Futura que la cosa empezó a tomar algo de consistencia, rematada por la recuperación del “Desmond Tutu” de Kortatu. A partir de ahí Femín se dio un baño de cariño con sus arengas en catalán y su derecho a considerarse desde ya un “andreuenc” más. Sin embargo de cara a futuras citas deberán afinar mucho más la propuesta en pos de una solidez y consistencia de la que solo tuvimos algún destello.