Joseba Irazoki y todos los demás
ConciertosFenomena

Joseba Irazoki y todos los demás

8 / 10
Verano González / Jon Pagola — 12-10-2021
Empresa — Fenomena KE
Fecha — 09 octubre, 2021
Sala — Kirol Kaia (Hondarribia)
Fotografía — Josetxo Perez

No se entiende el escaso predicamento del que goza fuera de este país una banda de rock hecha y derecha, alternativa de verdad y siempre competente como Joseba Irazoki eta Lagunak. ¿Cuál es el misterioso motivo por el que son ignorados sistemáticamente en los festivales españoles, pequeños y grandes? ¿En serio es por el idioma? Si es así no parece que el argumento aguante muchos asaltos, empezando porque ha habido un puñado de grupos que durante años, décadas incluso, han pasado con éxito la prueba del algodón idiomática, desde Negu Gorriak a Izaro. El grupo liderado por el guitarrista de Bera salió a hombros del Fenomena. No, no es ninguna novedad. Ocurre casi siempre que suben a un escenario; hace un año y medio no muy lejos de la carpa donde transcurrió el evento, en un Teatro Amaia de Irun que en plena pandemia parecía una olla a presión.

El final fue más o menos el de siempre, con esos ecos eléctricos a lo Television de “Zigorra” con el que suelen despedir sus conciertos, junto a un aquelarre instrumental a modo de bis. Pero la gente, al fin de pie y sin distancias, como en los viejos tiempos, se desataba en las primeras filas después de que Irazoki hubiese arrojado un vaso de cerveza al público. Destacaba la alegría del músico y productor Karlos Osinaga `Txap´, que no podía reprimir la emoción. El profético cartel del festival -básicamente una silla a punto de ser destrozada, en un guiño explícito a la icónica portada del “London Calling” de The Clash- se había cumplido. Y encumbró, por encima de todos los demás, a la cuadrilla musical de Irazoki. Sorprendió la intro de “Zu al zara”, con un quejío medio flamenco; Andoni de la Cruz, líder de Vulk, subió a cantar los coros de “Ikusezina”, uno de los cortes del nuevo álbum, “III”, que en líneas generales encajó perfectamente en el repertorio, como si hubiera estado ahí toda la vida. Pero quizás porque ya la conocemos (y porque ya había sonado en la primera colaboración con Vulk) se quedó incrustada en la cabeza el estribillo acompañado de guitarras como cuchillas de afeitar de “Lehiakortasuna”: “Mundua buruan kabitzen zaizu / baina burua ez munduan”. Así se fueron muchos a casa, con la melodía dando vueltas y con actitud exultante tras una serie de conciertos que se parecían mucho a lo que era todo esto de la música en vivo hasta el cataclismo de marzo de 2020.

Hubo algún pequeño detalle raro, como la ausencia de la típica barra por protocolos sanitarios difíciles de entender a estas alturas. Nada que no tuviera un remedio rápido y eficaz: en los bares de alrededor, a apenas 150 metros, vendían latas y bebidas para los asistentes. Antes del show de Joseba Irazoki, se dejaron la piel y cayeron simpáticos el trío de pop-punk de Barcelona Chaqueta de Chandal. También es verdad que hubo división de opiniones, quizás porque Guille, Alfonso y Natalia no son los músicos más académicos con los que te puedes encontrar. Pero qué más dará eso en la liga de la música independiente. Tienen melodías más que interesantes, juegan hábilmente con dos teclados, meten ruido y no suenan ñoños ni ridículos en el intento de emular a sus héroes, entre los que, dicen, incluyen a Stereolab y el kraut. A su favor juegan el desparpajo, una actitud humilde y natural y el sentido del humor, empezando por reírse de ellos mismos (En “Amigo del mal” mencionaron las gaupasas y se autorreferenciaron). Hubo un recuerdo a Laboa y cada vez fueron sumando más y más adeptos tras una pequeña espantada a la hora de la cena. Prueba de ello fue el bis que se pidió desde el público.

Vulk tiene muchas cosas buenas. Su música, siempre afilada como la espada de un soldado, también tiene algún que otro hándicap. Las 18:30 horas no es quizás la mejor hora para una propuesta tan ceremoniosa como la suya, poca amiga de las concesiones. Su guitarrista y cantante salió con una gorra revolucionaria y la apisonadora post-punk a puntito. El repertorio fue íntegro en euskera, como vienen haciéndolo los últimos meses, y es algo que les sienta bien. Se han prodigado poco, una vez en el programa “Bidegurutzean” de ETB, donde aparecen tocando con Joseba Irazoki. El beratarra subió al escenario de Fenomena con el grupo de Bizkaia para interpretar “Lehiakortasuna”. Luego llegó “Behiaren Begirada”, lo más cerca que han estado nunca de un hit. Hubo una mención al cumpleaños de Txap y se formó la primera conga de la tarde, señal de que a través de la densa niebla de Vulk también se puede bailar.

Las dos andaluzas que forman Adiós Amores parecían, a priori, la propuesta más apartada de la línea rockera del festival. Sus composiciones maravillosamente melódicas remiten al ye-yé de los sesenta y al pop español y francés de los 70. No en vano su propuesta convive perfectamente con la de actuales bandas francesas como Juniore o La Femme. Abrieron la sesión de tarde del festival en la que encajaron al milímetro con el contraste entre su sonido cálido y una afilada actitud dicharachera y altanera llena de humor. Un error en las bases pregrabadas les obligó a empezar de nuevo (¡durante la primera canción!) y, lejos de venirse abajo, lo solventaron con un despreocupado “tecnología 1 - Adiós Amores 0”. Jugaron en la presentación de los temas a no tomarse demasiado en serio pero cuando arrancaban las canciones resultaba imposible no sentirse arrastrado por las emociones o senderos que ellas marcaban. Entre temas editados (solo tienen seis), temas nuevos y versiones, se pasearon por un buen puñado de estilos sin dejar de resultar compactas en ningún momento.

Una montaña rusa de invitaciones al baile y a la melancolía en la que “Doce Navajas” sonó amenazante tras presentarla como “una canción para gente que te cae mal, como la mayoría de nuestras canciones”, mientras que “Mentira” y “La Fuente” trajeron la fiesta envuelta en un trepidante pop surfero de ritmo ska y castañueletero. ¿Entre medio?, de todo: vals, rumba catalana con barniz funky y hasta el techno aflamencado de “El Camello”, que interpretaron con gafas de sol para convertir la carpa en un after justo antes de despedirse con “Charlotte”, que suena francesa en fondo y forma. Con la aplastante actitud con la que encararon su concierto cabe preguntarse cómo sonarán si siguen creciendo y actúan con una banda completa, porque el sábado, ellas dos solas, ya resultaron incontestables. Adiós Amores son un gatete con dos pistolas.

La siempre difícil tarea de abrir un festival en la hora del vermú (13:30h) cayó en esta ocasión sobre Noir Socha. Cuarteto de Ordizia que presentaba EP homónimo en formato quinteto con su productor “Iban Martín” a los teclados. Empezaron, cómo no, con el cantante recordando que no hacía falta respetar TANTO la distancia de seguridad sanitaria e invitando al público a que se acercara más al escenario. Lo consiguieron y salieron airosos porque su rock de corte clásico fuertemente cimentado sobre el blues encajó a la perfección en el ánimo tempranero. La gente que fue llegando a la carpa se encontró con una banda compacta en la que resultaba evidente el objetivo (y logro) en sonar perfectos en directo. Comenzaron con “I Will Leave”, un ensoñador blues que dio paso a “Awake”, en la que dejaron claro que los temas tranquilos con potentes crescendos y estallidos de guitarras es donde mejor fijan su seña de identidad. En los largos desarrollos de ritmo cambiante manaba su enorme abanico de influencias: del rock clásico al grunge o al funky (ese estiloso bajista redhotchilipeppero). También es donde mejor conectaron con el público: provocaron la primera tanda de aplausos espontáneos tras el primer pasaje instrumental. Repasaron su E.P. al completo salteando el repertorio con covers y reinterpretaciones hasta cerrar con “Fall”, blues de extenso e inflamable final instrumental que nos dejó con ganas de otro concierto, y no de ir a comer, que es lo que tocaba.

Fenomena vuelve a lograr, por segundo año consecutivo, vencer a la pandemia con un cartel compacto y exitoso formado únicamente con bandas estatales. Catarsis de baile para demostrar, después de todo, que mantenemos las ganas de celebrar la vida.

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