Después de dos ediciones, condicionadas por todo aquello de la pandemia, por fin hemos podido asistir a una nueva edición del Fenomena, tal y como lo hacíamos en la “vieja normalidad”: disfrutando sin cortapisas de la música, el ambiente y el bebercio. Tuvimos el privilegio de visitar la zona de backstage reservada para los músicos y es ahí donde uno percibe claramente de qué mimbres está hecho este festival. Camerinos al detalle con alfombras y butacas, cuadros, espejos, plantas, toallas, percheros, folios y rotuladores para el set-list!. Una zona común llena de más plantas y bombillas, una mesa de ping- pong…Daban ganas de quedarse ahí toda la tarde, admirando lo que una organización -sin ánimo de lucro- puede llegar a hacer por mimar a músicos y trabajadores. En palabras de uno de los organizadores, “qué menos que cuidar a los músicos que llegan después de pegarse autenticas palizas en la carretera y si además cuidas al público, estas cuidando la música… y la música nos da tanto que somos felices haciendo las cosas así”. No sin enfatizar que sin la ayuda de 50 eficaces voluntarios, el Fenomena no sería posible.
Son las 17:35 y vemos a las chicas de Tiburona salir de su camerino camino del escenario. El Fenomena está concebido como festival diurno y este año apostaron por arrancar a mordiscos con el trío de garaje punk madrileño. Cuando miro para atrás constato que el público ha asumido la hora temprana que reivindica la organización: ya estamos tod@s! En concierto Tiburona se matiza respecto a lo que proyectan sus canciones. No son tan descaradas, ni tan “bordes”, ni tan punks. Funcionan muy engrasadas, muy concentradas y muy conscientes en que cada nota, cada afinación, haga justicia a lo que quieren proyectar. Ciertamente en un garito a las 23:00 de la noche en plena ebullición puede que veamos las Tiburona descaradas y más punk pero la sensación que dieron en el Fenomena es que supieron adaptarse perfectamente a las aguas menos templadas (y vascas!) de las cinco y media de la tarde ofreciendo un concierto impecable y dando cuenta de lo amenazantes que pueden ser en su hábitat natural: la noche.
En uno de los habituales cambios de registro a los que nos tiene acostumbrados el Fenomena, llegó la temprana hora para Sr.Chinarro. Se presentó con una nueva banda sobrada de talento. Eran las 18:50, la carpa estaba llena y la luna ya asomaba a un puntito de colmarse. Chinarro, fiel a su idiosincracia, salió “tal cual” a desplegar su cancionero (el cual nos dice que el imaginario de Antonio Luque es su gran aportación a la cultura musical del país en el que habita). El sonido sorprendió por lo musculoso. Ese matiz quizá condicionó la comprensión nítida de las letras para el neófito en el universo chinarro. Dicho esto, vivimos como un privilegio la oportunidad de estar delante de un trovador único, capaz de que palabras feas y altisonantes, tipo “falsos autónomos”, nos parezcan pluscuamperfectas en esas bellas crónicas que dan cuenta de lo que nos ha pasado, nos pasa o nos pasará algún (generalmente fatal) día.
La URSS ante mis narices. Están en su momento y se percibe. Sus dos últimos discos son una de las grandes cosas que le han pasado al punk, que le está pasando al rock español. Canciones redondas en composición, en mensaje y en sonido. Presentaron el flamante “+” con himnos como “Euroorden” o “Más allá del Futuro” con las que barrieron el escenario en unos frenéticos 45´ de punk soberbio.
Apenas deja respiro el FNMN por lo que me perdí la primera parte de la actuación de La Perra Blanco a cuenta del avituallamiento, pero os cuento con lo que me encontré a la vuelta. Desfogue y frenesí, una banda que suena cañón sumando jolgorio al jolgorio y la Perra Alba maestra por dos veces: de la guitarra y de ceremonias. La cosa terminó con una carpa entregada aullando el “BESTE BAT, BESTE BAT” (”Otra, Otra”) y Alba Blanco firmando y vendiendo discos como rosquillas en la zona del merchandising. Es sólo rockanroll…y?
Y antes de que el cansancio hiciera mella ya estaban Mohama Saz tirando de incienso a lo bestia. Ritmos y atmósferas para poner el cuerpo en contoneo y la mente en viaje. Baile y psicodelia. Buen rollo y buen ambiente transportado a toda la carpa que ya giraba sobre sí misma feliz, tal y como se hacía en la “vieja normalidad”. Agur séptima edición del Fenomena: queremos más.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.