Sin hacer mucho ruido, pero con paso firme, así continúa creciendo el Fárdelej, sin haber llegado a tocar aún su techo como festival. Año tras año, la cita de Arnedo sigue refinando su cartel y convocando a un número mayor de asistentes. En su cuarta edición, el Music & Vida Festival ha vuelto a registrar cifras récord, recibiendo el viernes una afluencia similar a la del sábado en 2015. Y todo gracias a la acertada apuesta de sus responsables por definir un festival con una personalidad marcada dentro de un panorama plagado de citas musicales creadas con molde: un cartel nutrido de indie patrio de calidad, sobre todo en términos de directo, enmarcado en una oferta de actividades lúdicas y culturales, y envuelto en un ambiente próximo y familiar. Si no pierde estas señas, le auguramos un próspero porvenir.
En lo estrictamente musical, el Arnedo Arena, coso taurino de la localidad y escenario principal del Fardelej, vivió el sábado una tarde-noche de directo vibrante, a pesar de algunas limitaciones técnicas de sonido suplidas con creces por la amabilidad de la organización y la actitud receptiva de la concurrencia.
Pasadas las 20 horas y en una plaza aún despoblada, abrieron velada los guipuzcoanos Rural Zombies (foto inferior), una banda muy joven que en poco más de un año ha encontrado su espacio en la escena independiente del norte del Estado. Con su rock con sintetizadores y la voz polivalente de Julia, el quinteto de Zestoa firmó una función estupenda, alternando tramos luminosos, en la línea de Grises –por momentos se hace evidente la mano en la producción de Eñaut Gaztañaga, cantante y guitarrista de sus paisanos– y otros más oscuros y reconcentrados, de puro shoegaze, mientras iban cayendo temas de “BAT”, su debut de estudio, a los que se sumaron “Kaleidoskopioa”, compuesta por la formación precursora de los “zombis”, y la muy aplaudida “In for the Kill”, versión de los británicos La Roux. Al final, el albero abarrotado y el público entusiasmado.
Y sin dejar el trasfondo post-punk tomaron el relevo Belako (foto inferior), con los que Rural Zombies también comparten protagonismo femenino, origen vasco y una fuerza explosiva sobre las tablas. Aunque es la actuación más contenida que este cronista recuerda de los de Mungía, lo cierto es que un directo de este cuarteto siempre es una experiencia para los sentidos. Siguen siendo exultantemente jóvenes y resultando rabiosamente frescos, aunque ahora suenan más reposados y luminosos, menos punk y más electrónicos, que cuando despuntaron hace un par de temporadas. ¿Han madurado quizás? Los vizcaínos comenzaron con “Eat me”, de su EP “AAAA!!!!” (2014), para centrarse en su reciente largo “Hamen” (2016) –“Off Your Shoes”, “Fire Alarm”, “Nomad”…– y terminar rescatando algunas joyas del “Eurie” (2013) –“Sea of Confusion”, “Haunted House” sonaron tan brutales como siempre– antes de concluir con la bailable “Aarean bez”. A esa hora, la plaza ya era un hervidero.
Los siguientes en cartel eran León Benavente (foto inferior y encabezado). Y, como si las bandas anteriores hubieran ocupado el rol de teloneras, de repente el sonido mejoró; dio un salto repentino en empaque y claridad. El cuarteto comandado por Abraham Boba llegó a Arnedo para presentar su reciente “2” (2016) y a ese trabajo dedicaron la mayor parte de la actuación. Arrancaron con “Tipo D”, “California” y “La Ribera” antes de retroceder a su excelente debut homónimo con “Ánimo valiente”, un himno al que siguieron otros cortes como “Revolución”, “El Rey Ricardo” o “Estado provisional”. Después, vuelta a “2” con “Gloria” o “Habitación 615” para concluir muy arriba con su mayor hit hasta la fecha: “Ser brigada”. Los “leones” demostraron que siguen en forma sobre el escenario y que exhiben un cancionero notable.
Y llegó el turno de Fangoria (foto inferior), el verso suelto de la noche en términos de estilo, pero un reclamo seguro para despachar billetes. Alaska y Nacho Canut visitaron el Fárdelej con disco nuevo –“Canciones para robots románticos” (2016)– pero el público quería clásicos. Y la exlíder de Los Pegamoides se los concedió: “Cómo pudiste hacerme esto a mí”, “Mi novio es un zombi”, “Perlas ensangrentadas”… Hubo tiempo para el “Quiero ser santa” de Parálisis Permanente y el momento insólito de la noche llegó con un curioso batiburrillo de versiones de temas relacionados con la noche como “Toro” de El Columpio Asesino. Con varios cambios de atuendo, escoltada por dos bailarines y con un juego de luces espectacular, la cantante lució como diva de lentejuela, neón y plástico. Alaska en estado puro. Fangoria enamoró a sus seguidores pero no convenció a algunos profanos.
El fin de fiesta llegó con Elyella Djs, que brindaron una sesión muy divertida y bailable, donde no faltaron ni confeti ni homenaje a Bowie.
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