Facto Delafé y las Flores Azules + Manos de Topo
ConciertosDelafé Y Las Flores Azules

Facto Delafé y las Flores Azules + Manos de Topo

8 / 10
Joan S. Luna — 14-02-2008
Empresa — Sones
Sala — Apolo, Barcelona
Fotografía — Albert Pérez

Es una bendición que grupos inicialmente poco ambiciosos como Manos de Topo o Facto Delafé y Las Flores Azules hayan conseguido calar en el público en apenas unos meses de carrera. Ver a la organización colgar el cartel de “no hay entradas” en la sala barcelonesa fue una sorpresa para todos los implicados. Manos de Topo abrieron la noche (la del día de San Valentín, con ellos como representantes del desamor), enfrentándose tanto a sus seguidores (que los había, como bien demostró la acogida desde los primeros instantes) como a los adeptos a la causa de Facto Delafé y Las Flores Azules, posiblemente menos dados al espíritu weird de los firmantes de “Ortopedias bonitas”. Sin amagar en ningún momento su querencia gusanesca y chinarresca, Manos de Topo cuentan con un imaginario lírico y conceptual personal y atractivo que sólo se resiente en ocasiones por la destartalada interpretación. Repasaron el disco, contaron con la colaboración de miembros de 12twelve y Nisei para encargarse de los vientos y adaptaron a su estilo el “Bailar pegados” de Sergio Dalma, consiguiendo que no chirriara ni por un momento. De todos modos, los grandes triunfadores de la noche fueron el trío de pop y rap en castellano Facto (Marc Barrachina; ex-Songstore) Delafé (Oscar D’Aniello; batería de Mishima) y Las Flores Azules (Helena Miquel; también en Élena). La respuesta del público sorprendió más que nunca, sobre todo en los que podríamos considerar sus grandes temas (“Gigante”, “El indio”, la excelente “Mar el poder del mar” o incluso “La luz de la mañana”), algunos de los que recuperan en distintos momentos de su show, sin olvidarse por ello de composiciones más intimistas o densas como “Pronombres” o “Sólo palabras”. De todos modos, la gran sorpresa fue descubrir la dirección que tomarán en sus nuevos cortes, infinitamente más contundentes y rítmicos (“Domingueros“), lo que les aleja un techo de esa mojigatería por la que algunos les desprecian, pero que resulta fundamental para entender su atractiva propuesta. Por otro lado, mantuvieron sus chispas de candidez escénica (pompas de jabón, confetti, globos, los brazos en alto o unas proyecciones que han mejorado con el paso del tiempo) que les hacen tan cercanos.

Un comentario
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