En el año 2001, la localidad ribera de Cascante fue noticia debido a un extraño suceso: los leones del circo Holiday, de visita en la ciudad, se escaparon, sembrando el desconcierto entre sus vecinos. 20 años después, los habitantes de este municipio de apenas 4.000 habitantes volvieron a estremecerse con un rugido, el que la súper banda León Benavente lanzó en el marco de la edición veraniega del ciclo Estaciones Sonoras de este 2021, la cual tuvo lugar los pasados viernes 20 y sábado 21 de Agosto, y que se completa con los eventos del próximo sábado 4 de septiembre de 2021.
Este festival, que ha sabido reinventarse y amoldarse a las mil maravillas a los formatos exigidos por la situación pandémica gracias al trabajo desinteresado de una asociación cultural y al apoyo de todo un pueblo, quiso refrendar el triunfo ante los elementos logrado en su edición de primavera preparando un cartel de lo más variado. Así, en el ocaso de mediados de Agosto, cuando más bello es el anochecer, los asistentes comenzaron a tomar asiento para disfrutar de las melodías rock de Con X The Banjo, a quiénes se vio muy cómodos sobre las tablas, ya que prácticamente jugaban en casa, puesto que son oriundos de la vecina Tudela. Con un sonido más redondo y brillante respecto a su última actuación en el mismo festival (Enero 2016) y unos ritmos accesibles, el público comenzó a entrar en calor para el que iba a ser el plato fuerte de la noche.
Y no nos referimos precisamente a la cena -que los allí presentes degustaban, preparada por los food truck ofrecidos por la organización (novedad respecto a la anterior edición que agradecemos y nos acerca a los conciertos como siempre recordamos) ni tampoco a la exquisita selección musical de DJ Fracktal, que amenizaba la espera-, sino al cantautor malagueño El Kanka, quién salió acompañado de su banda cuando la noche se cernía sobre el recinto. Cálido, divertido y amable como nadie, fue desgranando uno a uno los clásicos de su ya dilatada carrera como “Qué bello es vivir”, “Canela en rama” o “Lo mal que estoy y lo poco que me quejo”, haciendo vibrar a un público entregado, que agotó las entradas en esta primera jornada.
El colofón lo puso el power dúo catalán formado por Aleix Turón y Joan Delgado, que bajo el nombre de Cala Vento llevan años dando que hablar en el panorama alternativo. Nada tiene que ver esta banda con la que se presentó hace 4 años Mundodetulsa Bar en la vecina Tudela ante poco más de 50 espectadores. Ahora llenan salas, y eso se muestra en su sonido: contundente como pocos pese a la escasez de músicos; y en sus letras, que conectan especialmente con el público más joven. Directos al grano, no pararon de lanzar cañonazos durante la hora que duró el concierto, destacando temas de “Balanceo" -su último álbum-, pero también otros menos recientes, como “Isla desierta”, que desató la locura entre sus fans, quienes no dejaron de jalear a la banda. Sin duda, hace falta gente como ellos en cada plaza.
La jornada de sábado se abría también de tarde, amoldándose al toque de queda establecido en Navarra a partir de la 01 de la mañana en las localidades de alta incidencia. En ese sentido, la puntualidad alcanzada por este festival lo coloca ya a la altura de citas consolidadas en el calendario de festejos. Así, el team cirbonero de rap, EGR, salía al escenario a eso de las 19:00 horas, acompañados del rapero local Ros y de la jovencísima y también local Maitane, y dieron muestra de su desparpajo, compenetración y espíritu crítico, ahondando en los problemas propios de la actual Navarra rural, pero también de los dramas de su generación, la nacida con la llegada del nuevo siglo. Un momento repleto de momentos pletóricos, de personas radicalmente jóvenes, pero que nos dejó también instantes de emoción desmedida a la vez que sutil.
Una generación compartida con Las Dianas, quinteto granadino que dio muestras de su descaro, propio de la edad, pero también de su buen hacer con los instrumentos, pese a que alguna de sus componentes no alcanza la mayoría de edad. De este modo, el público estacionero pudo cantar a la emancipación femenina con temas como “Yo soy libre”, o descargar su rabia punk con “Olvídame” o “Te quiero (lejos)”, mientras aguardaba el punto culmen de esta edición.
La espera se hizo de lo más amena, con el inconmensurable DJ Amable a los platos, poniendo ritmo al montaje del escenario de León Benavente. Al público cada vez se le hacía más difícil permanecer en sus asientos ante la ristra de “temazos” pinchados por el barcelonés, que después clausuraría el festival con una selección de las mejores canciones de esta prolífica cosecha 2021, que dejó a los supervivientes con un inmejorable sabor de boca.
Y digo supervivientes porque el concierto de León Benavente no fue apto para cardíacos. Con su elegancia habitual, y un sonido cada vez más depurado, el cuarteto formado por Eduardo Baos, Abraham Boba, Luis Rodríguez y César Verdú desató un frenesí que difícilmente olvidarán los allí presentes. La velada comenzó con “Cuatro monos”, al igual que su último álbum, titulado “Vamos a volvernos locos”, y que por lo visto en la veraniega noche cascantina consigue esa reacción entre quiénes lo escuchan. Lo cierto es que este álbum suena fenomenal en directo, con las guitarras afiladas de Luis, el potente bajo de Edu, y la contundente batería de César, envueltas a la perfección por los teclados de Abraham, cuya voz se escucha más alta que nunca. El frontman gallego se erigió en un predicador, cuyas proclamas no olvidaron ningún asunto espinoso; frases como “tengo el país que me merezco” atronaron el cielo de Cascante, al mismo tiempo que el suelo temblaba al ritmo enajenado de temas como “Gloria”, “Siempre hacia delante” o “Aún no ha salido el sol”. El público todavía pudo tomar aliento con la catártica “La canción del daño”, o el poema “Niño Futuro” de Rafael Berrio, recitado por Abraham Boba libro en mano, y llevado a una nueva dimensión por la instrumentación del resto de la banda. Si entre el público todavía quedaba alguien que no hubiera sido arrollado por estos leones, pronto se los iba a encontrar de cara con el archiconocido “Ser brigada”, que arrasó con todo lo que encontró a su paso, desatando un éxtasis colectivo que recuerda a tiempos mejores.
En definitiva: dos jornadas repletas de música intergeneracional, con registros diversos que imposibilitan el encasillamiento de este festival, y que refuerzan la idea que ya circula en los mentidores del panorama musical estatal: Cascante está en el mapa del circuito festivalero nacional por propio derecho. El próximo sábado 4 de septiembre se pondrá el broche de oro a esta edición, con los conciertos gratuitos (en la Plaza de los Fueros de Cascante) de María Pelae y Los Hermanos Cubero, en lo que será el regreso de Estaciones a las calles y plazas del pueblo, eso sí, con todas las medidas anti covid vigentes.
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