Entre el Pork y el Death
ConciertosTurbonegro

Entre el Pork y el Death

8 / 10
Néstor Aznar — 13-12-2014
Sala — Jimmy Jazz Gasteiz, Vitoria-Gasteiz
Fotografía — Stuart MacDonald

Una noche fría y lluviosa de diciembre en la ciudad de Vitoria, en la que Turbonegro y Porco Bravo colgaban el cartel de sold out, en la tercera de sus cuatro fechas de gira por España.
Aunque la sala no se había terminado de llenar, a las 21h, con puntualidad alemana, Porco Bravo subía al escenario con un gran bandera negra en la que se veía su peculiar logotipo. También, llamaba la atención el casco de soldado que vestía Txelu, el bajista.

Canciones como “Lasciva” o “Corre”, tuvieron buena recepción entre los asistentes. Cuando sonó el tema “La piara”, Manu, vocalista y alma mater del grupo, se grapó al pecho unas hojas de periódico, y un voluntario entre el público les dio fuego. Mientras las llamas emanaban de su pecho, él continuaba con sus piruetas. Tras consumirse el papel, empezó a disparar grapas al público, y luego, se puso una grapa en cada carrillo de la cara.

Escuchando los primeros acordes de “Donante”, unas gotas de sangre caían por el pecho de Manu – fruto de las grapas –, cuando le vimos quitarse el cinturón y hacer unos leves amagos de fustigarse, dando a entender que la sesión de masoquismo no había acabado. A mitad de canción, se bajó los pantalones – lo justo para dejarnos ver su culo –, y ahí se metió una bengala encendida. Acto seguido, saltó del escenario, para ser paseado en volandas por la sala con la pirotecnia encendida. Parecía una escatológica tarta de cumpleaños humana.

Con la canción ‘Puto amor’, Manu logró que todo el público situado en la planta inferior de la sala Jimmy Jazz, se agachara. Además, a los allí congregados les preguntaba constantemente: ¿estáis cachondos?, ¿estáis cachondas?.
Manu acabó el concierto subido en una tabla, surfeando a los asistentes, mientras la sala se llenaba de serpentina y chispas, estas últimas salidas de los mástiles de las dos guitarras, empuñadas por Oskar y Pulpo. Una atmósfera de olor a pólvora, quedaba tras 45 minutos – de reloj – de auténtico sonido pork rock. Unos teloneros bien elegidos para lo que venía.

Exactamente, media hora después, sonaba “Love Theme From Flashdance” y vimos a los 5 noruegos que forman Turbonegro tomar posiciones. Las primeras filas calaron de cerveza al vocalista, Duke of Nothing, nada más salir al escenario.

La puesta en escena es una de las señas de identidad de la banda. No faltó el maquillaje, ni los pañuelos rojos, ni los chalecos vaqueros abiertos. Destacar: el gorro de marinero del bajista Happy Tom; el sombrero de paja que vestía el guitarrista Brune Neger, que le daba un aire de redneck; y las medias agujereadas del baterista Tommy Manboy. Duke of Nothing lucía un tatuaje, con la cara de un tigre, que le ocupaba toda la barriga, y tenía las fauces abiertas a la altura del ombligo. El otro guitarra, Euroboy, fue el que, quizás, vestía menos parafernalia, sin embargo, fue el más inquieto en el escenario.

Respecto al setlist, no hubo sorpresas. Empezaron con “Back to Dungaree High”, dando paso a “You give me worms”, “Dude without a face”, “All my friends are dead” (una de las más coreadas), “Are you ready?” o “Blow me like the Wind”, entre otras. Los discos, “Ass Cobra”, “Party Animal”, “Sexual Harassment”, y sobre todo “Apocalypse dudes”, vertebraron el show.

Eso sí, hicieron un guiño al público local. Tocaron la canción tradicional ‘La Cucaracha’, cambiando cucaracha por cocaína. Dijeron que era el himno que proponía Turbonegro para un Basque Country independiente.

Al acabar “Get it on” había pasado justo una hora. Momento del descanso. Vovieron al escenario con el clásico “The age of Pamparious”, y luego, con la excusa de presentar a la banda, interpretaron fragmentos de “Smells like teen spirit” de Nirvana, “Whatever you want” de Status Quo, y “Enter Sandman” de Metallica, para acabar tocando entero, en clave deathpunk, “Money for nothing” de Dire Straits. Cerraron el show con una de las canciones más esperadas de la noche: “I got Erection”.

En resumen, Turbonegro no sorprendieron, pero tampoco decepcionaron. Quizás, faltó que rompieran unas almohadas de plumas y tiraran pintura roja desde el escenario, como hicieron en 2004, cuando pisaron las tablas del Azkena Rock Festival.

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