El año de los imberbes

Siempre son buenas noticias que un festival en Madrid cumpla ya su cuarto aniversario en un buen estado de salud. Más aún uno que parte de un concepto tan bonito como el de Enofestival. Para esta edición, el evento que pretende aunar música y cultura del vino se desplazó del Salón de Baile a un nuevo recinto del Círculo de Bellas Artes, más amplio y cómodo, para dar cabida en un único espacio al escenario y los stands de las denominaciones de origen, tanto o más importantes que los propios grupos.

Fuimos afortunados quienes llegamos a ver el madrugador directo de Free Fall Band, excelente banda catalana capaz de combinar electricidad y pop de juguete a lo Wild Honey con una intensidad instrumental deliciosa. Después, The Winemakers regresaban al festival con sus fantásticas versiones por montera (“Rock and roll girl”, “Starry eyes” de The Records o “That’s what I like about you”). Estos veteranos del rock madrileño tuvieron un recuerdo además para el gran Julián Hernández, quien junto a presentadores del difunto Caiga Quien Caiga acababa de protagonizar la primera de las catas del día, otro de los grandes alicientes del evento, y es que acabaron todas con un sold out como el del propio festival. Las nuevas canciones de Tulsa se vieron afectadas por los problemas técnicos: la guitarra de Miren no sonaba; problemas a los que al final la cantante decidió poner una sonrisa saliendo, simpática, a agradecer al público su paciencia y comprensión. Entre medias, disfrutamos de sus nuevas canciones (“Los amantes del puente”, “Oda al amor efímero”) y menos nuevas (“Algo ha cambiado para siempre” y la siempre emocionante “Sólo me has rozado”), aunque quien esto escribe sigue sin comprender muy bien qué diablos llevaba puesto Martí Perarnau. Puma Pumku vinieron a corroborar que el de este año era el Enofestival de los imberbes. Con su catarsis de ruido, sus fascinantes desarrollos instrumentales y su amor por igual por el rock noventero vía Fugazi y Sonic Youth y la psicodelia nos hicieron bailar y pasarlo bien, pasando del ruido a la calma con toneladas de talento. Pablo Und Destruktion comenzó también sufriendo problemas técnicos, aunque canciones con verdades tan rotundas como “La paz de los justos” o “Pierde los dientes España” nos hicieron olvidarnos de ellas enseguida. Emocionante también la (muy) autobiográfica “Extranjera”, de su primer álbum. Después del pop-rock clásico (¿clasicote?) de Morrigans, llegó uno de los momentos más esperados del día: la presentación (no oficial) en Madrid del nuevo disco de Airbag, “Gotham te necesita”. Y poco les importó a los adictos al pogo que el sonido de la bonita sala, entre columnas y piedra, no fuera el mejor para degustar su punk-pop ultramelódico. Enseguida sonó “La ola perfecta” y todo daba igual, como también pasó con “De un verano a otro”, “Spoiler”, “Cómics y posters”, “Prefiero irme a la playa” y “Ahí viene la decepción”, estas últimas en un glorioso arreón final.

Ellos (en la foto) salieron con su nueva banda de directo, de blanco impoluto, tocando canciones de su último álbum “Pop cabrón” (gran título), con espacio también para sus clásicos: “Zona VIP”, “Hasta el final”, “Campeón”, “El anillo” y el desparrame colectivo de “·Lo dejas o lo tomas”. Y es que uno siempre se lo pasa bien en un concierto de Ellos, y la simpatía de Guille Mostaza no es impostada. “¿Ya vais pedo?”, espetó al público. La actuación de Alex Casanova siguió por derroteros musicales parecidos, aunque sin guitarras y con unas bases fuertes, que en ocasiones recordaron a popes de los 90 como Underworld.

Enofestival sigue cumpliendo años y nosotros descubriendo grupos y vinos, o redescubriendo el brandy, esa bebida extrañamente vinculada a la gente mayor pero que Magno ha vuelto a insistir este año en acercar al público urbano, joven e indie. En definitiva, ¡viva el vino!