Ante una parroquia de valientes fieles que habían luchado contra lo desapacible de la noche bilbaína subieron al escenario las cuatro jóvenes mujeres (batería, bajo, guitarra y corista) que forman junto a Ian Svenonius la formación de esta gira de Chain and The Gang. Mientras ellas comenzaban a tocar, el ex Nation of Ulisses y The Make-Up, vistiendo la misma chaqueta y pantalón de leopardo en tono rosa que el resto y luciendo pelazo negro teñido, buscaba un improvisado maestro de ceremonias entre el público para que anunciara su entrada al escenario. Y es que Mr. Svenonius es fiel a ciertos manierismos y tópicos del showbusiness pero los usa para romper la barrera que separa al performer de su público.
Barrera que rompió a los 50 segundos de haber empezado bajando a bailar y cantar entre los asistentes, que aún no habían entrado, literalmente, en calor. Pero a lo largo de la hora larga que duró su actuación Chain and the Gang fueron animando al personal a base de buen rockandsoul. Excepto la corista, cuya (¿estudiada?) apatía llegaba a tal punto que parecía que no iba a entrar a tiempo en su toma y daca con el saltimbanqui de Ian.
El de Washington D.C. logró convertir a todos los presentes a la religión del minimum rock and roll, entre yeahs, whoos, versos chulescos más hablados que cantados , patadas voladoras y discursos entre canción y canción.
Treinta años de carrera al frente de seis bandas con las que ha sacado más de 20 discos, tres libros y uno de los mejores programas de entrevistas que la historia de internet nos ha brindado hacen de él un grandioso perdedor del rock underground contemporáneo. Como bien nos recordó durante su incendiaria actuación: Chain and The Gang. Six records. No hits. Who cares!
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