Empoderamiento múltiple
ConciertosAmparo Sánchez

Empoderamiento múltiple

8 / 10
Yeray S. Iborra — 09-12-2014
Empresa — Sonde3
Sala — Sidecar, Barcelona
Fotografía — Estefanía Bedmar

Voz destacada de la agitación cultural altermundista; embajadora a ambas orillas del Atlántico de la sabiduría de hondas raíces –la cruzada y mestiza barcelonesa, la de todos sus Méjicos o la de sus idilios fronterizos–; fiel defensora de los derechos de las mujeres… Amparo Sánchez lleva años empoderándose. Muchas cruzadas. A las que ha ido sumado, pasito a pasito, la fortaleza del directo; miren que Sidecar y su ‘tête à tête’ le quitan el maquillaje al más pintado.

Incondicionales bailongas en primeras filas, viejos amigos y amigas en el flanco este, muchas canas y otros tantos ‘piercings’. Camisetas de Marilyn Manson o Slipknot. Faldas de volantes y, por lo general, tantos litros de cerveza como de sangre en la sala. Público dispar y revoloteado, con ganas de meneo y fricción. Y es que tras el temporal –sin sentidos figurados, ¡cómo sopló el viento en Barcelona!–, la larguirucha sala esperaba, casi con necesidad, algo de temblor, de ahí –o de que hiciese casi veinte años que la ex-Amparanoia no pisaba aquel tablao, según recordaba ella misma– el ‘sold out’. El calor no se hizo esperar. Nada más salir, Sánchez y sus cinco ‘dinámicos’ (a destacar, “desde la Habana”, J.A. Varona a la trompeta y el espasmódico Willy Fuego a la guitarra) derritieron los polos –¡qué paradoja!– con el medio western “Plegaria”, buena muestra del hálito positivo, llano pero profundamente espiritual, de su nuevo “Espíritu del sol”. Cercano a sus orígenes en solitario, el disco producido por el Calexico Joey Burns transmuta en directo vientos mucho más tex-mex y latinos; la mixtura de Tucson, que la llaman.

Chiapas y los zapatistas, el ‘compañero’ Galeano, los 43 desaparecidos en México, la igualdad de género y la perspectiva múltiple… Algunas de las proclamas que acompañaron a “Hermosa”, “Mi gitana”, la especialmente templada y sentida “Alma de cantaora” o la dulcísima versión de Chavela Vargas con la que volvió de bises: “El último trago”. El recital tocó a su fin, meciéndose entre el imperante ritmo mariachi-bolero que practicó con buen tino la banda y momentos sostenidos en que Amparo interpeló al público –muy cómplice todo la velada– a cantar con ella mientras la barcelonesa se retiraba del micro, agarraba fuerte su guitarra azul, cerraba los ojos y se deshacía en muecas de gozo. Apretando, apretando los ojos y dejándolos bien chiquitos. Empoderándose, empoderándose un poquito más de directo.

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