Maika Makovski llegaba a Pamplona en medio del periodo veraniego siendo parte del ciclo Emmusikadas, una serie de conciertos con una ventana abierta a bandas lideradas o formadas por mujeres que cumple ya su segunda edición en la sala Zentral.
Venía con el premio bajo el brazo a mejor álbum de rock otorgado la pasada edición de los premios MIN que este año se celebraron en en Navarra Arena de Pamplona. Una categoría en la que superó a ilustres como Robe o propuestas tan asentadas como Corizonas, Morgan o Kokoshca. Había ganas de poder ver como suenan en directo esas canciones incluidas en MKMK, un disco eminentemente rock pero con muchas aristas que lo hace un trabajo muy completo.
Archivada siempre bajo la etiqueta que es necesario eliminar de aquí en adelante de “mujeres que hacen rock” y con las eternos clichés en el periodismo para referirse a su música citando a Pj Harvey, Janis Joplin o Joni Mitchel, lo cierto es que Maika Makovski es Maika y la banda que la acompaña desde hace unos años. De esta manera cualquier comparación, si ha de hacerse debería hacer desaparecer el género o la lectura en femenino del asunto. Si, hace rock, si la ha trabajado con John Parish, si es mujer, pero tiene una personalidad propia y un alma poliédrica que le ha llevado a crear una banda como The Mani-las o abandonar unos primeros discos más intimistas con predominancia de la voz para terminar reuniendo una gran banda que apuesta por las distintas variantes del rock and roll como adn.
Lo primero que sorprende es la disposición en el escenario. Maika Makovski es un proyecto personal pero a la hora de llevarlo a cabo existe una democracia escénica que coloca a los integrantes de la banda de directo en una misma posición de primera linea, incluyendo la batería. La banda está formada por Maika Makovski, Mariana Pérez, Sam Bredikhim y Adrián Martínez intercambiándose batería guitarra y teclados y con Daniel Fernández a cargo del bajo. Completa la configuración escénica los colores blanco, rojo y azul de su último trabajo en un mural de tintes abstractos.
Es sabida la dificultad de acercar a la gente joven al rock and roll y esta vez no fue diferente. Con media entrada vendida, la sala estaba formada por un segmento de edades que iba de los 30 a los 50 años. Ni la irrupción catódica vía La Hora Musa en Televisión Española ni haber facturado uno de los mejores discos nacionales de 2021 han logrado acercar a la juventud a la sala Zentral en esta noche de agosto.
Los primeros compases de “Sacred Dirt” nos avanzaba un concierto de verso libre y gran intensidad. Continuaron con “Lava Love” , ese tema del trabajo homónimo del año 2010, ejecutado a dos voces que es una suerte que entre dentro del repertorio de esta gira de conciertos pues le añade al show la sonoridad bluesera y desértica. “Reaching Out To You”, el vertiginoso single de su último trabajo es un pelotazo que hace sobresalir el espíritu rockero e ingobernable de Maika y su banda mientras que “Purpose” nos lleva con el burbujeo de guitarras, voces y teclados new wave por los caminos de Devo. “Iron Bells” nos trae un gran ejercicio vocal y el cambio de papeles sobre el escenario, tónica que se repetirá en todo el concierto y que habla a las claras del virtuosismo de unos músicos bien acompasados en cada uno de los diferentes papeles . “Places where i used to Sit” que comienza con la artista cantando en solitario y a la que se le acaba añadiendo la banda es un remanso de aires sureños a lo Emmylou Harris que supone un descanso en la parte central del concierto ante una primera parte en la que ha reinado la agitación. “Only Innocence is Capable of Pure Evil” nos devuelve a un territorio de rock tribal. “Nevermore” da rienda suelta a las guitarras antes de asistir a una incursión en la opera-rock de Sparks y la dificultad de hacer una versión de “This Town Aint Big Enough For both of Us” y no salir malparados. El yodelismo a 6 voces de “Tonite” con todos los integrantes, como en las grandes familias country, cantando alrededor de un micro es un gran cierre antes del último bis con la alegría y diversión de
“I Live in a Boat”.
Así terminaba un concierto que deja un buen sabor de boca por la mezcla de sonidos: rock setentero, glam, noise-rock, country... Maika los colecciona todos y nos los ofrece por un módico precio ( 16 euros) , cuestión esta también a resaltar en un momento en el que la crisis ha hecho subir la inflación en los precios de las entradas. Todo un ejercicio de honestidad en los tiempos que corren.
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