Christina Rosenvinge, una de las voces más icónicas de la música en español, estaba a punto de llevarnos en un viaje en el tiempo. El motivo de esta nueva gira que está realizando por salas es el de celebrar el 30 aniversario de su disco "Que me parta un rayo", una joya que marcó un antes y un después en la carrera de la madrileña de ascendencia danesa y que unía ese punto de vista femenino y feminista pocas veces visto en las canciones de la época.
Con estos parámetros, su concierto era más que apetecible para insertarlo en la última jornada del ciclo EMMusikadas. Esta iniciativa propuesta por la sala Zentral, abría una ventana a las artistas y creadoras, no solo del ámbito musical sino que se ampliaba creadoras o divulgadoras que están realizando propuestas de interés cuando no directamente rompiendo barreras en diversas áreas.
Previamente a sumergirnos en esta efeméride noventera, el público que asistió a la última jornada del festival tuvo el privilegio de asistir a la charla entre la periodista y militante feminista Iranzu Varela y la popular creadora de contenido y activista Esti Quesada, conocida en en el ambiente internetero y catódico como Soy Una Pringada. Este dialogo en el que Iranzu tomó las riendas como moderadora, fue una conversación a dos sobre las carreras dentro de los medios de comunicación de ambas en las que no faltó menciones al sexismo, la clase social o las dificultades de salirse del discurso predominante. Todo ello aderezado con muchas anécdotas y grandes dosis de humor (negro, muy negro en ocasiones) que hizo divertirse a los presentes en horario de tarde en la sala Zentral.
Al terminar este encuentro fue el momento de Aiert Alberdi. El cantautor que comenzó su trayectoria haciendo versiones de Fito y Fitipaldis o Amaral y provocando los parabienes de Vanesa Martín en La Voz Kids, está abriendo su propio camino con un folk de corte intimista. Con solo un tema editado en las plataformas, el artista guipuzcoano cuenta con una preciosa voz y transmite muchísimo en distancias cortas así que se bastó con el solo acompañamiento de una batería para contentar al numeroso público que poblaba la segunda sala de Zentral.
Llegaba el turno de Christina Rosenvinge en la sala principal. La artista, que ha navegado por diversas corrientes musicales a lo largo de su carrera quería saldar una deuda pendiente con el álbum con el que empezó todo. Con este disco se alejaba de ese pop naïf de sus incicios , estableciendo su propia identidad y aportando mucha frescura en el rock hecho en español con el acompañamiento de Los Subterráneos, banda entre los que estaban algunos de los acompañantes de las giras de Joaquín Sabina como Pancho Varona o Antonio García de Deigo. De esta manera, su concierto tenía mucho de celebración y de reencontrarse con uno mismo pero con la vista puesta 30 años atrás. Lo lógico con estas coordenadas es que la sala tuviera como tuvo un público del segmento de edades comprendida entre los 40 y los 50 años.
Pasadas las ocho de la tarde apareció Christina y su banda conformada por Diego Gosálvez ( batería), Charlie Bautista ( guitarra y teclas), Alex Flaco ( bajo) con una presencia que nos hace afirmar que sigue siendo la chica que inmortalizó Alberto García Alix para la portada del album en 1992. Con pantalones de cuadros de tiro ancho, camisa blanca y chaleco y comenzando con “Tu por mi” aferrada a su guitarra comenzaba esta celebración de un disco y una época en la que su visión artística apuntaba hacia esa manera de hacer rock clásico sin artificios.
“Con este disco empezó todo, gracias por mantener esto vivo” son las palabras con las que se presentaba ante el público tras “Tengo una pistola” para pasar a despojarse de la guitarra y coger el micro para cantar esa oda a la independencia femenina que es “Alguien que cuide de mi”. “La hice hace tantos años y todavía soy yo la que cuida de gente y sigo buscando” comentaba con humor sarcástico. El carácter melódico de “Ni una maldita Florecita” y “Pulgas en el corazón” siguen resistiendo el paso del tiempo por esa producción no tan pegada a la época del disco, algo que ha hecho que la traslación a nuestro periodo no chirríe ni un poco.
“Escribió esta maravilla y no le deje escribir más” afirmaba la cantante sobre el tema “Señorita”, un tema de la pluma del entonces pareja de la cantante, el escritor Ray Loriga. La canción contiene una letra muy en la onda despechada a lo “Like a Rolling Stone” de Dylan y en directo comienza con el único acompañamiento de su guitarra al que se va sumando la banda con especial presencia del Hammond de Charlie Bautista. El arreglista y productor inseparable de la cantante curtido en mil batallas dentro de la escena pop-rock española (Xoel Lopez, Tulsa, Jero Romero...) es uno de los grandes causantes de lo mucho y bien que suena la banda en directo.
“La suela de mis botas” suena más electrificada que en el álbum merced a las tres guitarras que hay en escena. “1000 pedazos” tienen una intro en modo nana que nos hace de antesala de una de las grandes canciones del pop español. El tema que nos devuelve a una época en la que era posible sonar en radiofórmula con canciones con guitarras bajas de tempo y escritas desde la desilusión amorosa .“Me encantan las canciones como los boleros, de ahí sale toda la miseria” eso si, si en la vida real si te hace sufrir no te merece!” añadía irónicamente al finalizar el tema.
Para la parte final dejamos las canciones más enérgicas del album como “Yo no soy tu Angel” que está pidiendo a gritos una reversión de Kokoshca y el hit que le dio popularidad “Voy en un coche” donde vemos a la artista en un lugar en el escenario que no veíamos desde hace muchísimos años. Guitarra en ristre, dejándose llevar y en sintonía con el estilo desenfadado de su etapa noventera en el que se la ve disfrutar en una celebración para la gente pero también para si misma.
En los bises se atreve con otras épocas recuperando “Mi habitación” y “Pálido”, otro de sus hits incluidos en “Mi Pequeño Animal” previo a su nueva etapa americana. Con “Negro Cinturón” y “La Distancia Adecuada” de otro de sus discos señeros “Tu Labio Superior” se despedía de Pamplona con el deber cumplido de haber recuperado una de las joyas del pop español hecha indirectamente en clave femenina.
Christina podía haber vivido de las rentas como han hecho decenas de artistas que se embarcan en giras de EGB y cruceros ochenteros y noventeros. Sin embargo, ha seguido su propio camino y este viaje en el tiempo sugerido por muchos fans resultó un regalo y una gran celebración de alguien que no es sospechoso de hacer concesiones a la galería en lo que respecta a su opus artístico. Con desenfado, charme y actitud rock, Christina por muchos años más.
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