Para que haya un extraradio, debe existir una centralidad. La cultura erradica esas centralidades. Las desplaza, las fusiona, las pervierte. Hace de todas las experiencias, identidades, expresiones, movimientos que ocupan −aunque sea por unos segundos− el poder.
Así se promueve desde eventos como Embassa’t. Desde 2009, deslocalizando el epicentro festivalero barcelonés. Costosa empresa. Sabadell se convierte por unos días, hace algo más de una década en la singular Bassa (balsa) y ahora desde el Parc Catalunya, en protagonista de la música popular.
De máxima importancia es también la acción de los artistas. Los hay que ponen en el centro el discurso de género, el caso de una Santa Salut que despachó el viernes punzantes y bellas barras con los últimos rayos de sol o unas Shego que, con guitarrazos virulentos, bien armados, cantaron a las diferencias. Las voces, como debe ser, sonaron a discusión, incluso su melancólica versión de Big Thief, “Pablo”.
Rodrigo Cuevas
Pocos artistas han revisado las convenciones como Rodrigo Cuevas. El asturiano protagonizó la actuación más combativa: propuesta electrocoplera, humorística pero comprometida. El músico ha fabricado un espectáculo, "Barbián", inteligente, valiente y, claro que sí, divertido. Chapó por el festival apostando por él a las diez de la noche. Con un catalán divino de la muerte, tanto como su volado vestido, expuso: "Bienvenidas a “Barbián”, selección de temazos de zarzuela". Historia y pasión, raíces y clase: gitanos, borricos y espigadoras. “Qué bonita es la poesía y el arte, que nos hace entenderlo todo. Ojalá hubiese más poetas en el Congreso”.
Verle desde la majestuosa pendiente de la grada del recinto Parc Catalunya fue comodidad de alta alcurnia romana. La escalinata natural favoreció el sonido. Un lugar precioso menos para los alérgicos, que en esta primavera de temperaturas veraniegas sufrieron con el polen. "Que no paséis mucho calor", expresaba Dani. La cultura del noroeste peninsular brilló todo el finde, y ella fue parte indispensable del éxito. “¡Veo mucha gente de Vigo!”, exclamaba. Ir con banda restó algo de impacto a su voz en algunos puntos, aunque con el paso de los temas, el conjunto creció hasta la irresistible “Ceras rosas”. Para acabar, homenajeó a Rafaella Carrá (algo que ya habían hecho el viernes Ladilla Rusa).
Baiuca
Gallego insigne, amante de la remezcla, Baiuca, puso a bailar al respetable con dotes orgánicas y electrónicas. No le acompañó Rodrigo Cuevas, pero sí Xosé Lois Romero, las hermanas Montero y Adrián Canoura. Desplegó, ataviado de instrumentos tradicionales gallegos, su propuesta enfocada al viaje y, en menor medida, al baile. La fiesta de siempre. Como la de Mujeres. Cosas que no fallan. Esté donde esté el centro. Tampoco falló el escenario ‘club’, con protagonistas varias, por ejemplo el ambient oscuro de Surolla.
Hay veces, benditas, en que la revisión de las centralidades se cruzan en lo geográfico y lo cultural. El caso de Alizzz, mejor actuación del sábado en el festival. El de Castelldefels defendió en el Vallés un disco de experiencias de territorios al margen, un disco que salva los kilómetros entre la población costera y la de interior. Un disco, "Tiene que haber algo más" (21), que en directo no solo conecta y arrebata, también despeina por la completa banda que lo despacha. Funk, rock noventero, AOR. Incluso la escueta voz del celebrado productor dio un paso al frente ante un sonido tan espectacular. El ‘show’ siguió el guión de su exitosa gira. Como guinda, cantó Amaia una vitaminada versión de “Antes de morir”.
La del sábado fue una noche de colaboraciones. Antes de Alizzz habían demostrado b1n0 que su electrónica del gusto de The Blaze es más cuando suma a artistas, como los de su celebrado "bi" (21), donde participan −como en el directo− Ferran Palau, El Petit de Cal Eril o Núria Graham. La comunión desplaza los centros.
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