Unas cuantas veces se ha dejado caer por tierras vitorianas el bueno de Eli Husock, y en todas ellas ha salido a hombros con su soul tan arrollador como romántico. Esta vez nos asustamos un poco al llegar a la Jimmy Jazz. Quince minutos antes de la hora prevista de comienzo de la actuación, aquello era un solar. Conocida es la costumbre roquera, y musiquera en general, de apurar el último trago de cerveza en algún bar próximo antes de enfilar el camino del local de conciertos correspondiente, para llegar in extremis cuando el primer acorde comienza a sonar, pero tenía mala pinta la cosa. Nada de eso, falsa alarma. En cuestión de diez minutos, decenas y decenas de aficionados y aficionadas deseosos de mover el esqueleto envueltos en ritmos negroides, fueron apareciendo por las escaleras de acceso a la sala.
Diecisiete canciones ofreció el cantante y guitarrista norteamericano. Tras comenzar con una versión de "I'd rather be blind, crippled and crazy", continuó con la más intensa "Cut ya down" y con la dinámica "Name calling", La banda empezaba a ponerse caliente, y el público respondía agitando el cuerpo como si tuviese otro de repuesto y coreando con fervor el estribillo de "Well, alright now". Agitación que dio paso a contoneo sensual con la estupenda "Your sins will find you out".
Hasta la sexta canción se hizo esperar la interpretación de alguno de los cortes que componen el que de momento es el último disco publicado por Eli Paperboy. “Down Every Road” homenajea con mucho tino al cantante de country Merle Haggard, y protagonizó gran parte del setlist de la noche. "Mama tried" trajo consigo un luminoso rhythm and blues que bien podría haber firmado Elvis Presley. A partir de ahí, otras cinco canciones consecutivas pertenecientes al mencionado disco. Destacó sobremanera la balada perdedora "I'm a lonesome fugitive", que resonó espléndida y preciosista justo antes que la más canalla "I'm gonna break every heart I can", aprovechada por los siete músicos para deslizarse sinuosamente entre un público que ya había sacado la bandera blanca y se había rendido sin condiciones al bostoniano híbrido resultante de un cruce entre James Brown y Sam Cooke. Este blanco de voz negra estuvo fenomenalmente acompañado por tres músicos norteamericanos, encargados de la sección rítmica (guitarra, bajo y batería), y por tres músicos españoles (saxofón, trompeta y teclado). Todos ellos, faltaría más, de un nivel notable, demostrado con creces durante los huecos que el líder les prestaba.
La aproximadamente primera hora de recital concluyó con la efervescencia de la también muy coreada "Come and get it" y con el desparrame casi rockero de "Take my love with you". Tras un mínimo descanso, Eli regresó en solitario al escenario, y con guitarra y sin micrófono mostró su faceta más descarnada en una "My way home" a pelo y sin artificios, para delirio de los fans más acérrimos. Ya con el septeto de nuevo al completo, la proletaria "Workin' man blues" dio paso a la incendiaria "(Doin' the) Boom Boom", con la gente desatada e inventando coreografías inauditas e imposibles, cerrando por todo lo alto el telón de la fiesta del soul.
Baile infinito.
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