Podría empezar la crónica del Electrosnow apelando a la obra de Dickens “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, e ironizar sobre mi poca capacidad como roquero de pro, para valorar un evento electrónico de tanta altura como este festival de dos días parapetado entre las montañas de Andorra.
Claro, que también podría pegarme el moco, documentarme bien, y dármelas de entendido sobre beats y todos esos cachivaches llenos de botones que no paran de mover de forma frenética los Dj’s, en busca de provocar la alteración de los sentidos de los que van con ánimo de danzar y pasarlo bien.
Pues ni lo uno ni lo otro, vamos a tirar del manual de periodista hecho y derecho a base de patear escenarios, para intentar mostrar de forma algo personal las sensaciones acumuladas a lo largo de un fin de semana que va más allá del evento estrictamente musical. Me explico: Uno de los mejores alicientes que tiene este encuentro electrónico en las pistas de Grandvalira en los pueblos del Soldeu y El Tarter, es la capacidad de poder adquirir por 139 euros un pack que te da derecho a dos noches de festival, hotel y forfait para poder disfrutar de las magníficas pistas de esquí andorrano. Una muy buena oportunidad, si eres aficionado, para pegarte una escapada a la nieve y meterte luego entre pecho y espalda dos noches de desenfreno electrónico con artesanos de lo electrónico del calibre de Simian Mobile Disco en formato dj o un Max Cooper que fue en mi modesto entender la mayor sorpresa de las dos noches. Máxime cuando el cabeza de cartel Ricardo Villalobos, tuvo que suspender su set por enfermedad.
Por todo ello una crónica como la del Electrosnow va muy ligada, me temo, al parte metereológico, y lo cierto es que tras unos “findes” anteriores espléndidos, nos tuvimos que conformar con un sábado de ventisca y un domingo algo cala bobos. Menos mal que por la noche, pese al frío andorrano, el tiempo se comportó y no evitó la natural algarabía juvenil de este tipo de acontecimientos.
Y hay que decir que la ya mencionada suspensión de Villalobos, provocó que, contra pronóstico, la noche del viernes ganara por goleada a la del sábado. Y eso a pesar de que el vasco The Txef-A no me dejara tras los platos el mismo buen sabor de boca que si me provoca su álbum “Slow Dancing In A Burning Room”. Claro que una cosa es provocar sensaciones para ser escuchadas y otra cosa es intentar hacer bailar a los pocos valientes que se pasaban por la pequeña jaima de Red Bull , que era casi lo mismo que estar a la intemperie. El calorcito estaba dentro, en la gran Carpa, donde pinchaban los grandes de la noche, aunque curiosamente uno de los artistas que mejor sabor de boca me dejó fue el ya mencionado Max Cooper porque, a pesar de salirse de lo habitual e ir más allá de acumular beats, salió pese a lo experimental de su propuesta ciertamente airoso de ella. Tras él Simian Mobile Disco en formato dj, dejaron un buen sabor de boca y provocaron el baile, aunque tiraran de manual y no arriesgaran demasiado.
El sábado empecé la noche disfrutando de la sesión del barcelonés Astroboyz, que también sufrió las inclemencias de estar en el exterior en el escenario más pequeño, a pesar de que su sesión de deep house repleta de texturas merecía mejor suerte. Dentro en el escenario principal Marc Piñol y dj Fra les tocó la difícil papeleta de hacer olvidar al respetable la ausencia de Villalobos, algo que lograron con creces incitando al baile sin cuartel. Algo muy diferente a lo que Sonja Moonear provocó entre el respetable que no acabó de conectar con la sesión de la suiza que parecía no querer dar demasiada carnaza y adoptar una actitud más personal y underground que no dejó del todo satisfecho al público que tenía ganas de más jarana al finalizar la noche.
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