El trío de Berlín Moderat navega como pez en el agua en esas corrientes fronterizas entre la electrónica exigente y la concebida para todos los públicos. Entre lo visceral y lo cerebral. Suele ser lo más difícil: demasiado comerciales para los puristas recalcitrantes, demasiado dados a la melancolía para los que buscan acomodarse en lo fácil, su último trabajo “More D4ta” se mete de fondo en la oscuridad elegíaca que pone banda sonora a una humanidad desquiciada por la exposición una tecnología ubicua deshumanizadora y también otras miserias que vienen de bastante más lejos.
Curioso que un grupo de música futurista explore la distopía en que a veces parecemos vivir (como en su momento hicieron Radiohead, por cierto), pero es algo que hacen con total naturalidad. Y los acogedores jardines de la complutense, de escala tan humana -con patitos paseándose tranquilamente con su madre entre los asistentes-, se convirtieron en el escenario perfecto para disfrutar de una propuesta con un pie en las elegantes armonías cinemáticas casi post-rockeras y otro en los bajos percutivos y los ritmos que te mueven lo quieras o no. Los berlineses cumplieron con creces, dando una lección magistral de cómo llevar a buen puerto un modélico espectáculo audiovisual milimétricamente estudiado, pero con margen para tocar la fibra, huyendo de la frialdad sintética, y sin caer en ningún tiempo muerto. De eso y no de otra cosa va su propuesta. Por eso conectan.
El productor y DJ valenciano Nacho Marco calentó el ambiente con su vibrante propuesta de house sensual y rítmico, convirtiendo el espacio de los jardines madrileños en una gran pista de baile según el sol se ponía detrás de la Casa de Campo.
Los de Berlín irrumpieron en escena quince minutos más tarde de lo previsto, aunque el nutrido público que se dio cita en el recinto no se lo reprochó lo más mínimo. La austeridad de su puesta en escena se compensa con un juego de proyecciones e iluminación de un nivel exquisito, que complementa a la perfección unas composiciones que les dan margen para explayarse instrumental y rítmicamente con sus texturas, sus ambientes y sus ritmos obsesivos. Y desde el primer minuto entablan una relación absolutamente cómplice con su público. No en vano, el vocalista y ocasional guitarrista Sascha Ring, alias Apparat, se refirió al concierto que dieron en Madrid hace sólo unos meses como una de las cumbres de su gira. Que el público madrileño volviera a responder poco tiempo después de su anterior visita lo dice todo. Para no aburrir al respetable ni acomodarse en lo fácil, Ring anuncia que van a darle la vuelta, “o algo así” a su set list. Y a eso se aplican, repasando el material de su disco más reciente y de sus veinte años en activo. Y vaya si lo hacen, con un repaso tan equilibrado como hipnótico de su material, con momentos tan emocionantes como “More Love”, cumbre de su último disco.
Algo ha ido mal en estos últimos años en la relación que tenemos con la tecnología, pero las cosas no tienen por qué ser así: lo expresan ellos mismos muy visualmente con la imagen hipnótica de unas manos. Los huesos pasan a convertirse los vectores que simbolizan la tecnología digita en simbiosis con lo humano. Imposible no emocionarse.
El trío respondió al entusiasmo de los asistentes con un bis generoso, donde condensaron sus virtudes. El vocalista confesó que en los festivales tienen menos tiempo para desmelenarse con temas insospechados. Y dejaron el escenario en todo lo alto con su hit “Bad Kingdom”, de su segundo álbum: una de las gemas pop de su repertorio, con ese estribillo que llega al alma, y que arrastró al público a una especie de catarsis que puso de manifiesto (por si hacía falta a esas alturas) la potente conexión de Madrid con el súper grupo alemán que hace de la electrónica algo tan humano.
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